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DE LA SOLIDARIDAD

Me tocó sentir el temblor de 1957 en la Ciudad de México, cuando se desplomó el “Ángel”, y también el terremoto de 1985. Aparte de ser destructivos, (el segundo de ellos devastador), ambos tuvieron algo en común: la solidaridad del pueblo mexicano.

Solidaridad que se ha seguido manifestando a lo largo de los años, en todo tipo de desgracias para la población, lo mismo en temblores, que en huracanes, inundaciones, deslaves, explosiones, y en todo lo que se pueda agregar.

La solidaridad de la Sociedad vuelve a manifestarse en los días presentes, por medio de las donaciones que se entregan lo mismo a la Cruz Roja que a instituciones bancarias o empresas privadas comprometidas con el dolor de nuestros coterráneos.

De igual manera, y no podría ser de otra forma, el gobierno federal a través de la Secretaría de la Defensa, de la de Marina, de Gobernación, y otras más, se ha hecho presente en esta desgracia para tranquilizar, alentar y, por supuesto ayudar, a quienes perdieron su patrimonio en unos cuántos minutos.

Sin embargo, siempre habrá excepciones, las mínimas, ya que hay quienes no se hacen presentes: el Poder Legislativo (a quien el pueblo por votación los lleva a sus curules, claro a los plurinominales no); el Poder Judicial (que brilla por su ausencia) y, los que deberían ser los más interesados: ¡los partidos políticos!

Ni Ochoa, ni Anaya, ni AMLO, ni la Barrales, ni los demás partiditos familiares, han levantado la voz para decir: ”Nuestro partido hará una considerable aportación del dinero que recibe del INE (que se me había olvidado), para la solución de la situación en Oaxaca y

Chiapas”, por cierto, dinero que alcanza cifras estratosféricas de miles de millones de pesos.

La sociedad en su conjunto y los electores en particular, verían con muy buenos ojos esta posibilidad. El tema da para más, pero mientras tanto,

¿Quién le pondrá el cascabel al gato?