“Chapulín” proviene del náhuatl: chapolín, rebotar y olli, hule, y se trata de un insecto que “brinca como pelota de hule” y es el nombre vulgar de algunos insectos nativos de México y de Estados Unidos.
Además que el chapulín dio su nombre al famoso cerro de Chapultepec en la Ciudad de México, es también utilizado en la gastronomía mexicana,, aunque es muy popular en el Estado de Oaxaca.
“¡Oh! ¿Ahora quién podrá defenderme?” Pues un chapulín muy famoso: “Yo, el Chapulín Colorado” y su infaltable frase: “Síganme los buenos” El paladín y gran salvador de las situaciones críticas.
Pero del vocablo “chapulín”, también se ha desprendido otro terminajo: “el chapulineo”, que se ha convertido en la expresión magna de la conveniencia política personal. Aunque probablemente siempre ha existido en nuestro sistema político, quizá se hizo notable luego de la salida del PRI de quienes ayudaron a formar, con muy buena intención, el partido de izquierda PRD.
Si bien es aceptable buscar las mejores opciones para SERVIR, no lo es cuando se busca el PODER sólo para ejercerlo. Cierto, en la actualidad ya no importan las ideologías partidistas, órganos de utilidad pública necesarios en nuestro sistema democrático para acceder al poder, hasta que se corrompieron (y se los permitimos) para lucrar con el mismo y la posibilidad de “disponer” de los recursos del erario público, provenientes de la ciudadanía.
Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Barlett, Jaime Rodríguez “El Bronco”, Arturo Nuñez Jiménez, Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, Javier Lozano, para mencionar sólo unos cuantos políticos de primer nivel que han caído en esta categoría, y con ellos los de segundo nivel que como cortesanos, son sus huestes seguidoras.
Y ni hablar de los de tercer nivel o sea de los que brincan de un partido a otro para tratar de conseguir candidaturas o puestos a nivel estatal o municipal, incluyendo los “huesos” partidistas (conozco a varios, ¿ustedes?). ¿Será que les importe el verdadero rumbo del país? O ¿será que sólo buscan garantizar su situación económica; la de ellos y sus descendientes?
Me inclino por lo segundo, aunque no dejo de aceptar que hay excepciones. México está a punto de vivir una de las elecciones más importantes y difíciles de su historia post revolucionaria, con una pléyade de chapulines en los partidos políticos. ¿Hasta cuándo, pueblo sin memoria?
¿Quién será el que le ponga el cascabel al gato?