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De El Último Esfuerzo

Han pasado más de dos horas; a lo lejos, casi 400 metros, se alcanza a ver un arco con la muy esperada leyenda: “Meta”. La respiración más que agitada y el sudor escurre por todo el cuerpo desde la cabeza hasta los pies. Las piernas acalambradas; dolor en los gemelos; el cuerpo ya no resiste; el corazón a gran velocidad; el cerebro a punto de enviar la señal de: “para, es suficiente”. Pero no, aguanta y emite las señales: ¡adelante! ¡el último esfuerzo!

Al llegar a la meta, el aplauso, el reconocimiento al trabajo y al esfuerzo. ¡en hora buena!, “buen trabajo”.

“Si así no lo hiciereis, que la Nación os lo demande”, el juramento que se toma, aquí se dice “toma de protesta” y que se hace con el brazo derecho levantado en forma horizontal. ¿Nuestros actuales gobernantes se sentirán satisfechos o pensarán que el esfuerzo y trabajo fueron sus prioridades? ¿sentirán satisfacción de lo realizado? ¿se sentirán orgullosos de sus colaboradores? ¿su balance administrativo será positivo?

Y en concreto, para la actual administración del país: ¿se cumplió con los pronósticos de crecimiento y desempleo? ¿y la inflación y el tipo de cambio? ¿la microeconomía se reflejó en el bolsillo del ciudadano? ¿funcionó la reforma energética? ¿y la laboral? ¿y la educativa? ¿y la economía? ¿y la seguridad?

El Ejecutivo, los Gobernadores, los Presidentes Municipales, el Legislativo, el Judicial, ¿estarán satisfechos? Y lo más importante, la ciudadanía, ¿está satisfecha?

A partir de los gobiernos post revolucionarios, es una constante que la mayoría de estas preguntas se repiten sexenalmente. Algunas se responderán afirmativamente; otras en forma negativa y muchas más quedan sin respuesta. El ciudadano tiene el derecho a saber con exactitud el resultado de la gestión de la administración de nuestro México y por supuesto tiene la obligación de ser un buen ciudadano.

Sin embargo, a pocos meses de la renovación presidencial, queda la duda si seguiremos repitiendo esos cuestionamientos cuando esté a punto de finalizar la gestión de Meade, o de Anaya o de López. ¿Quién de ellos hará el cambio de rumbo que requiere México?

¿Quién será el que le ponga el cascabel al gato?

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