En este como en los diversos procesos electorales donde se juega un escaño de representación, los Institutos Políticos ofertan en las plataformas digitales y tradicionales, a sus aspirantes que “suponen”, les sumará mayores adeptos para el proyecto trienal o sexenal.
En esta estadía salen a la luz nombres, desde las figuras políticas más cercanas a la élite en el poder, actores, desconocidos, o personajes emblemáticos de la esfera social.
Lo cierto es que, a veces sin importar si dichas personalidades tienen un trabajo a priori o no de índole político, así como aceptación entre la ciudadanía, van en la búsqueda del espacio que les permita ser voz de la sociedad o de conseguir un interés particular.
Y es precisamente en este periodo previo a la designación de candidatos, donde los factores como: la división, especulación, estadísticas apócrifas e incluso difamación, se convierten en la mejor arma para incidir de manera directa en la decisión de quienes no deben ser opción para aspirar a un cargo de elección popular.
En el mismo sentido, los halagos y aplausos a través de las redes sociales, columnas de opinión o incluso de medios impresos, son una estrategia comúnmente utilizada para privilegiar los temas de los aspirantes que buscan colocarse en el mejor sitio de la contienda.
Sin embargo, cada candidato independientemente de su trabajo o características particulares, así como el método de selección por el que fue designado, necesariamente debe realizar un trabajo de posicionamiento en campo, para poder obtener los resultados que se ha propuesto.
Existe un amplio número de autores y especialistas que han dedicado sus estudios a este tema en específico, por lo cual, todas las teorías deberían ser analizadas; sin embargo, en este espacio, considero importante mencionar una específica que hace referencia a tres campos del posicionamiento, refiero concretamente a la estrategia de carriles.
Dicha estrategia propone que, para obtener un resultado exitoso en toda contienda electoral, el trabajo de posicionamiento debe encaminarse bajo tres carriles.
1. Posicionamiento del candidato
2. Posicionamiento de la plataforma electoral y
3. Posicionamiento del Partido Político
En este orden, el planteamiento en cuestión, nos guía a construir una ruta estratégica de los tiempos y pasos a dar en una justa electorera. Empero, hay aspectos a considerarse de suma relevancia, que alertan para no echar abajo el esfuerzo realizado, como: el sobreposicionamiento, donde se expone tanto al candidato, al grado de exhibirlo y mostrar
su lado “flaco”, convirtiéndolo en carne de cañón para el oponente; el subposicionamiento, que refiere a la implementación de una estrategia pobre que anule toda intención de mostrar una alternativa para los prosélitos; y finalmente, el posicionamiento confuso, donde no se tiene claridad en el segmento al que se dirige la campaña o hay frecuentes cambios en la estrategia.
En suma, la estrategia de carriles, aunque se muestra como obvia para su implementación, requiere de destreza, ingenio, perversidad e idea para lograrse, pues si bien es cierto que, los tres carriles forman un todo, cada carril debe transitar por propia cuenta.
Espero que la información haya sido de utilidad. Nos leemos la próxima semana.