Jimena Black
Si el arte, por lo general, representa la libertad de expresión y defiende las diferencias, ¿cómo se discrimina en el arte? ¿quién discrimina y cómo reacciona el artista?
El artista es discriminado de muchas formas y por diversos factores, desde las instituciones culturales que se dedican a promover el arte, los medios de comunicación tradicionales, galerías, críticos, curadores y la estructura formativa y educativa. Los intermediarios entre los artistas y el público son quienes asumen la función de seleccionar la obra que se exhibe y “ocultar”, en mayor medida posible, la obra que no es adecuada, siguiendo valores establecidos por un sistema no escrito que dice que se acepta y que se rechaza, este sistema suele promover lo que le beneficia, algo que enaltezca la imagen propia de, por ejemplo, el dueño de la galería o el director de tal museo, más no se toma en cuenta la participación e implicación que debe tener el arte en la vida de la comunidad.
El arte es discriminado cuando se ignora, cuando es despreciado o rechazado, silenciado, intervenido o censurado. Sin embargo, esto genera ciertos dilemas en los que no se sabe si algo debe ser considerado como pieza de arte o no; por ejemplo, un mural que poco a poco se ha ido tapando con graffiti mal hecho, ¿cuál de los dos tiene mayor validez? Si no discriminamos, diríamos que ambos, pero si seguimos los valores artísticos de la mayoría, el mural que está debajo del graffiti es la única obra de arte y ha sido discriminada al ser intervenida. En este caso estaríamos discriminando la obra y la segunda obra, puesto que la primera fue intervenida y la segunda se critica como algo que no es arte.
La libertad de expresión del artista sigue siendo limitada, como siempre, por las condiciones que exigen quienes los van a promover. Quienes ejercen la discriminación no son instituciones, son personas que tienen poder en el marco institucional, ellos deciden lo que puede ser aceptado por la “cultura oficial” basados en criterios e intereses personales. El artista, cuando acepta ser discriminado, renuncia a su libertad de ser y crear, para llegar a lo alto acondiciona su obra a los parámetros que le imponen, escasa capacidad de acción y cambio social; si no acepta los términos o produce obra que incomode a quienes, de cierta manera, lo patrocinan, es rechazado, silenciado o censurado.
Estamos, tristemente, acostumbrados a la censura de las artes que se mueven directamente en el espectro social, como la fotografía para el periodismo y las noticias que vemos en la televisión o escuchamos en la radio. En otras ramas del arte resulta menos evidente para quienes no se encuentran directamente relacionados con el acto.
La censura es una de las manifestaciones más evidentes de discriminación en el mundo del arte, es la forma operativa por excelencia que se aplica a cualquier forma de expresión que incomode a altos mandos, es la manera más obvia y severa de discriminar y también de la que se prohíbe hablar.