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Hitler y el arte degenerado

Jimena Black

“¿Cómo podría ser posible no sentir interés en otras personas? La pintura no está hecha para decorar apartamentos. Es un instrumento de guerra; un arma ofensiva y defensiva contra un enemigo”

– Pablo Picasso.

Hace ya más de 80 años que el régimen nazi prohibió lo que llamaron arte degenerado y se organizaron en Munich dos exposiciones simultaneas para dejar bien claro que tipo era aceptable consumir. Ambas exposiciones se encontraban en la misma calle, una fue diseñada para mostrar obras que contaban con la aprobación de Hitler (hombres y mujeres arios con cuerpos esculturales, soldados y paisajes ideales) mientras que la segunda exposición mostraba la otra cara del arte, los movimientos artísticos que estaban en pleno auge en ese momento o que habían revolucionado el mundo del arte: arte abstracto, modernismo y, en general, cosas no figurativas, las cuales los nazis calificaron como degenerado.

La exhibición estaba compuesta por obras de grandes artistas internacionales como Paul Klee, Kandinsky, Kokoschka justo a algunos alemanes como Beckmann, Nolde y Grosz. El catálogo de la exposición explicaba que se escogían estas piezas porque estaban motivadas por la corrupción y otros motivos políticos, o simplemente porque el artista era judío.

En las paredes de la galería se escribieron comentarios que denigraban las obras expuestas, charlatanes, incompetentes, decadencia. La exposición se movió a doce ciudades entre Austria y Alemania y se calcula que asistieron alrededor de dos millones de personas a contemplar el arte degenerado.
Como es bien sabido, Hitler había sido “artista” antes de entrar en el mundo de la política, pero las pinturas realistas de paisajes y edificios que el pintaba fueron desestimadas por la élite del arte, a quienes en esos momentos les encantaba lo abstracto y lo moderno. De aquí se puede deducir el porqué después, Hitler estando en el poder, a modo de capricho hizo todo lo que estaba a su alcance para desacreditar estos movimientos artísticos; incluso dio un discurso sobre el tema “estas obras de arte (arte degenerado) no pueden ser entendidas por si solas, necesitan instrucciones pretenciosas para justificarse.”

Toda la exhibición fue simplemente una venganza personal del führer, incluso se alegaba que el arte ahí expuesto era producto de los judíos y bolcheviques, intentaban alentar a los espectadores a verlo como un síntoma de conspiración contra los alemanes, hubo actores contratados para mezclarse con la multitud mientras criticaban las obras.
La audiencia de esta exposición triplicó el número de espectadores de la exposición del arte aprobado por los alemanes, muchos acudieron porque era su última oportunidad de ver este tipo de arte en Alemania, otros pocos porque respaldaban las opiniones de Hitler y la mayoría sólo fue por el escándalo que causó.

 

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