Via: Latitud Megalópolis
Antes de comenzar, consideremos esta premisa: Los desastres siempre tienen un culpable, o más de uno. Algo completamente cierto desde el imaginario colectivo cuando hablamos de caóticos finales.
Otra cara de esta moneda, son las mentiras que pululan desde las entrañas de las cúpulas en el poder público y privado, que, ciegas por la ignorancia, soberbia y en muchas ocasiones actuando desde la negligencia, no quieren ver la realidad hasta que ya es demasiado tarde para admitir errores.
Para ejemplificar lo anterior, se puede ocupar el accidente de Chernóbil, sucedido en una planta nuclear al norte de Ucrania en abril de 1986, tiempo cuando todavía existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Describiendo de manera general lo sucedido en dicho accidente, podemos plantear una negligencia absoluta por parte de las autoridades, antes, durante y tiempo después de la explosión de la planta nuclear.
El desastre es el resultado de las múltiples problemáticas juntas en un mismo momento que desencadenan todo en un instante en el que es imposible dar un paso atrás.
La primera negligencia en el terrible resultado final de Prípiat, Ucrania, en resumen, fue la fabricación de las plantas nucleares soviéticas en esos tiempos tenían una falla catastrófica en el botón de emergencia que, en vez de reducir la velocidad de la reacción nuclear, servía como una especie de botón de autodestrucción. Lo anterior por el abaratar costos de producción.
Las autoridades soviéticas en realidad no tenían un plan de emergencia para el posible escenario de que alguno de sus reactores explotara. Esto trajo la segunda y tercera negligencia, desde la soberbia en la negación del problema real.
Las personas que debían de tomar las decisiones, no quisieron afectar la imagen de la URSS al aceptar las fallas; no quisieron verse como un gobierno débil, y resultaron al final viéndose como un gobierno débil, soberbio e irresponsable al mentirle a la gente sobre la magnitud del problema. Familias enteras, que no fueron evacuadoas de la zona de desastre, que vivían en Prípiat, recibieron silenciosamente la radiación, causando una muerte dolorosa y temprana.
Aunque es cierto que en ese entonces existía una ignorancia bastante grande sobre las consecuencias de la radiación, aún después de haber ocurrido la masacre de Hiroshima y Nagasaki, la realidad es que tanto la explosión como la reacción de las autoridades para atender el problema, fueron algunas de tantas razones por las cuales todo se salió de control, perdiendo horas valiosas, y trayendo consecuencias aún mayores a las que pudieron haber sido.
La cadena televisiva HBO trajo al mundo actual una serie documental llamada Chernóbil, en la que hace un homenaje a aquellos héroes anónimos que desde distintos ángulos sacrificaron sus vidas para salvar a millones; así como evidenciar una realidad sobre las consecuencias de la ignorancia, la soberbia y la negligencia.
Las culpas muy pocas veces son admitidas por los responsables, hasta que no pueden correr más, y los autores por negligencia o ignorancia, o las dos juntas, forzados por la presión, tienen que aceptar su participación.
Si bien es cierto que, en cuestión de magnitud, el desastre de Chernóbil supera a muchos de los sucedidos en las últimas décadas, hay múltiples micro desastres cotidianos en todo el mundo que van desencadenando las malas decisiones del personal que tiene la responsabilidad de tomarlas.
Los desastres silenciosos pasan desapercibidos a la vista de todos, pero suceden todos los días impactando a la larga en lo cotidiano.
Visualicemos algunas decisiones que han impactado directamente en el medio ambiente y en la calidad de vida de las personas, así como actos negligentes que siguen impunes a la fecha.
Desemboque de aguas residuales, residuos tóxicos de fábricas de jugo, riego de petróleo crudo en distintos cuerpos de agua; el desastre ecológico causado en el arrecife de coral que ahora es parte del magno proyecto de ampliación del Puerto de Veracruz; deforestación por la tala ilegal de árboles; la destrucción ambiental causada por la operación de la mina de Caballo Blanco, ejecutado por una empresa propiedad de transnacionales canadienses, entre otros muchos más que estoy seguro en este momento están aterrizando en su mente.
A esto se suman las negligencias que también han costado muchas vidas como la ejecución de obras públicas que terminaron convirtiéndose en socavones; aplicación de agua destilada en vez de quimioterapias; inauguración de hospitales vacíos para justificar robos multimillonarios, etc.
Aunado a lo anterior, la analogía de Chernóbil nos debe recordar que, en México, existe también una planta nuclear llamada Laguna Verde, ubicada en el Estado de Veracruz. Con distintas condiciones de operación, climatológicas, geográficas, etc., pero que, si exploramos los posibles escenarios, podemos imaginarnos por lo menos uno en el que ocurre un desastre nuclear.
La afirmación recurrente entre dichos populares es que el mundo se va a terminar, lo que es completamente falso.
Lo que sí es cierto es que el mundo humano va a terminar, si continuamos depredándolo inconscientemente como hasta la fecha. Terminaremos destruyendo las condiciones que lo hacen habitable para nosotros.
Para nosotros se va a terminar, pero el mundo y la vida van a seguir fluyendo con o sin nuestra participación, de alguna u otra forma, como siempre lo ha hecho.
La toma de decisiones se vuelve trascendental en este punto, porque en sí, es la directriz que da curso a las acciones que se realizan. Y aquí se vuelve importante la elección de quienes toman dichas decisiones.
Debemos tomar conciencia en quien le damos el poder de decidir, para evitar que la sociopatía se junte con la ignorancia y ocurran más desastres cotidianos, como los que están depredando al mundo; y macro desastres como Chernóbil, o posibles desastres como Laguna Verde, que le de un punto final a la supervivencia humana.