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¡Tú No Quieres Un Cambio!

Por: JAFET RODRIGO CORTÉS SOSA

 

La sabiduría popular de México y la idiosincrasia del mexicano han quedado marcadas en aquellas frases que todos conocemos, y que en ciertas ocasiones ocupamos para explicar los paradigmas que orbitan en la cotidianidad de nuestras vidas.

Así, rematamos una conversación con un, “por eso estamos como estamos”, que explica todo y nada a la vez. Una frase que marca con claridad, la imposibilidad de cambiar la realidad que vivimos en México.

O justificamos la corrupción y la impunidad, “El que no tranza no avanza”, frase que enmarca en oropel dos de los males más grandes que tiene el país. Sobre esto, sincerándonos con nosotros mismos, tendríamos que aceptar que la mayoría de la gente, repudia la corrupción en público, pero la consiente en privado, aunque claramente lo niegue.

Todos, señalan con la mano izquierda a los políticos y les tacha de corruptos, teniendo mucho de razón en esto, la mayoría de los casos; y al mismo tiempo, utilizan la otra mano para jalar las palancas, oprimir los botones y usar pases VIP del sistema corrupto en el que vivimos, y que a la vez critican.

Las personas buscan un cambio, pero para el vecino. Sin hacerse cargo de la responsabilidad individual y sin realizar acciones para que esto sea una realidad, es muy difícil que pase algo diferente.

Hablar de corrupción es difícil, y duele, cuando recordamos los escándalos que han vuelto multimillonarios a personas que desempeñaban algún cargo público, trayendo consecuencias en ocasiones peores que el enriquecimiento ilícito, como la muerte.

Hablar de corrupción es toparse con la pared de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, que en su descaro para taparlo todo, estuvo a punto de llorar frente a las cámaras pidiendo “perdón”, sin que esto hiciera alguna diferencia sobre los hechos.

Es tropezar con cientos de ejemplos que se cometieron en Veracruz, como la Flor de la Abundancia que operó Javier Duarte y su ex esposa Karime Macías, a través de empresas fantasma que desaparecieron sistemáticamente el dinero de los veracruzanos sin siquiera entregar obras o insumos por esto.

Es recordar los más de mil millones de pesos que se robaron en ese mismo gobierno Estatal, que debían ser destinados para la organización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014; o los cientos de puentes inconclusos que dejó sin remordimiento Fidel Herrera, y las decenas de veces que inauguró hospitales o instalaciones de gobierno, con equipamiento de prestado, para luego dejar cascarones vacíos, que su séquito de colaboradores le sigue aplaudiendo hasta la fecha.

Es hablar acerca del último escándalo destapado de Javier Duarte, que, siendo Subsecretario de Finanzas y Planeación en el Gobierno de Fidel Herrera, cobraba una plaza como “Violinista” en la Secretaría de Educación de Veracruz, claramente como aviador, recibiendo 40 mil pesos mensuales extras a su sueldo como funcionario. Por mencionar un ejemplo más reciente.

Todo esto, claro que indigna a la gente y la hace despreciar la corrupción, pero esos son ejemplos de lo que sucede a niveles macro; hay muchas acciones que se realizan cotidianamente, que prueban difícil que es erradicar este monstruo que consume a cuentagotas a México.

La corrupción no es un fenómeno sencillo de estudiar, pero lo que sí es seguro es que este no se maneja únicamente de manera piramidal de arriba hacia abajo, sino en múltiples direcciones.

Para que haya corrupción tiene que haber una persona que la pida, de autoridad o ciudadano, o viceversa; una persona que la acepte; y otra que viéndola, la consienta. Claramente esto rompe con la idea de representar a la corrupción a través de un sistema piramidal, y en vez de eso lo convierte en un ciclo sin fin, en la serpiente que se come a sí misma, mientras se renueva por la eternidad.

En sí, el entorno condiciona el actuar colectivo, y la inercia ha llevado a la gran mayoría a vivir, y en algún punto a convivir con la corrupción; con esa corrupción compuesta de pequeñas acciones, que mutan poco a poco, y se convierten en aquellos demonios que nos atormentan.

La forma de salir de esto, es difícil, porque, a diferencia de la gente que considera que es cuestión de barrer las escaleras de arriba para abajo, esto recae en un esfuerzo colectivo y coordinado mayor; que nos incluye a todos, sin excepción, porque con una pequeña rendija que se abra, por más minúscula que esta sea, la corrupción no tendrá compasión para entrar, y nuevamente destrozarlo todo.

Datos del autor:
Licenciado en Derecho por la Universidad Veracruzana
Consultor Político y de Comunicación/ Humanista/ Escritor y poeta/ diletante de la fotografía.
Xalapa, Veracruz; México / Twitter e Instagram: @JAFETcs / Facebook: Jafet Cortés