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EL PODER TRAS EL PODER

No son pocos los que se preguntan si el primero de octubre Andrés Manuel López Obrador efectivamente se va a retirar de la política o si, desde su Quinta en Tabasco, pretenderá convertirse en el poder tras el poder, o sea, querrá tomar decisiones que solo le corresponden a la nueva presidenta. Y es que Claudia Sheinbaum todos los días sigue entonando la trillada cantaleta de que “es un honor estar con Obrador”, anda con él despidiéndose por todo el país, le hace segunda en su intentona descarada de controlar al Poder Judicial y, en lo que será su gabinete, hay personajes que pareciera se los está imponiendo
el presidente saliente.

Yo estoy a favor de que los relevos sexenales se den de la mejor manera, con civilidad institucional y hasta con tersura, como ocurrió en la transición de Zedillo a Fox o en la de Peña Nieto a Andrés Manuel. Pero en lo que nadie puede estar de acuerdo es en tener un presidente o presidenta “pelele” que los mangonee alguien que ya concluyó su periodo constitucional. El deseo de seguir mandando es connatural a ciertos personajes, en México les decimos “caciques” y ha habido varios, los más connotados Álvaro Obregón y su compadre y paisano Plutarco Elías Calles. Entre los dos gobernaron México 14 años utilizando como “peleles” a Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez.

Como olvidar aquella pinta en la casa presidencial que decía “aquí vive el presidente, el que manda enfrente”. En Zacatecas ocurrió algo similar, en la fachada de la vieja casa de gobierno escribieron “aquí vive el gobernador, el que manda en La Labor”, así se llamaba el rancho de Don Leobardo Reynoso en Apozol.

Pero está visto que los presidentes una vez que se ponen la banda y se sientan en la silla, se emancipan de su hacedor. Lázaro Cárdenas mandó al destierro a Plutarco Elías Calles, Echeverría mandó a España a Díaz Ordaz, López Portillo mandó a Australia a Echeverría, de la Madrid encarceló a los mejores amigos de López Portillo, Zedillo encarceló al hermano de Salinas, lo culpó del “error de diciembre” y tuvo que autoexiliarse en Irlanda, Fox desaforó a López Obrador para allanarle el camino a Calderón y éste nunca se lo reconoció. Yo no creo que Claudia le muerda la mano a Andrés Manuel, pero tampoco se la debe besar, aunque Andrés Manuel siga siendo el líder moral de Morena, aunque gobernadores, legisladores y dirigentes le deban el cargo, todos se tendrán que alinear con la nueva presidenta por una razón política que se sintetiza en la monárquica frase “muerto el rey, viva el rey”, pero también por razones eminentemente presupuestales.

Todas las mañanas el aún presidente se jacta de conocer la historia patria, pues ojalá conozca la regla de oro que rige a nuestro singular sistema político “el respeto al sexenio ajeno es la paz”. Y más le vale, porque si no la respeta y pretende ser el poder tras el poder, puede terminar no en Tabasco sino en España, Irlanda o Australia.

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