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TRUMP, UNA PESADILLA PARA MÉXICO

En las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos, no solo estará en juego el futuro de la economía y la seguridad nacional de ese país, también estará en juego el futuro de nuestra economía y seguridad porque ambas están
estrechamente vinculadas. Bajo la administración Trump, el Tratado de Libre Comercio fue reemplazado por el T-MEC, introduciendo disposiciones que nos beneficiaron en sectores como la energía, la agricultura, la manufactura y la industria automotriz.

La industria automotriz mexicana, por ejemplo, ha tenido un crecimiento del 15 por ciento bajo las regulaciones del T-MEC, mientras que la agricultura se ha beneficiado con un mayor acceso a los mercados estadounidenses. En el sector energético, las políticas de Trump contribuyeron a un aumento del 25 por ciento en nuestras exportaciones de energía a Estados Unidos. Y la inversión extranjera directa en México aumentó 30 por ciento. Pero la migración es el tema más crítico de nuestra agenda bilateral. Las políticas de Trump redujeron los cruces ilegales en 70 por ciento y gracias a ello la tasa de desempleo para los hispano-estadounidenses cayó a un récord mínimo del 4 por
ciento, por eso creció el apoyo de la comunidad hispana a Trump.

En la elección del 2020, Trump obtuvo casi el 38 por ciento del voto hispano, un incremento significativo respecto a cualquier candidato republicano en elecciones anteriores. En el 2024 se espera que reciba hasta el 45 por ciento del voto hispano. Y eso a pesar de que nuevamente su promesa central es llevar a cabo una campaña masiva de deportaciones. Lo dijo en abril en una entrevista a la revista Time: “Lo que nos está sucediendo no creo que sea sostenible para un país, con 15 o tal vez hasta 20 millones de inmigrantes para cuando Biden salga; muchos de ellos provenientes de cárceles e instituciones mentales”. Obviamente deportar a 20 millones de personas es impensable, colapsaría la economía estadounidense y representaría una de las campañas de desplazamiento forzado más extremas desde la era fascista europea de los años 30 y 40. Sería una catástrofe humanitaria para ambos países. Independientemente de ello, Trump es una pesadilla para México. Si gana, como lo hizo en su primer mandato, nos presionará, nos intimidará, nos insultará y amenazará provocando crisis políticas y económicas recurrentes. Ésa es su manera, su filosofía central de la ley del más fuerte.

Y es que Trump se ha convertido en un nacionalista económico extremo, tiene una mentalidad a favor del proteccionismo, de la sustitución de importaciones y el uso de armas comerciales, como su propuesta de imponer aranceles del 10 por ciento
a todas las importaciones para restringir severamente el comercio con otros
países. No olvidemos su promesa de que México pagaría por el muro fronterizo, no fue sólo un discurso, Trump buscaba una especie de retribución dolorosa, extraerle a México un pago punitivo, quería una humillación neocolonial de México para energizar a sus partidarios, gente manipulada por la propaganda y enojada porque los inmigrantes mexicanos, con su sola presencia, supuestamente están
socavando la cultura estadounidense.

Pues si Trump vuelve a sentarse en la Casa Blanca, seguirá usando a México como chivo expiatorio y excusa conveniente para políticas fallidas en materia de drogas e inmigración. Según su narrativa, México es quien los inunda de fentanilo
y como solución plantea disparar misiles a nuestro territorio para destruir laboratorios de drogas.
Según el libro “Confidence Man” de la periodista Maggie Haberman, Trump planteó atacar a México, le preguntó al Secretario de Defensa, Mark Esper, si Estados Unidos podría realmente bombardear los laboratorios.

También ha dicho que si es elegido comenzará a gravar los enormes flujos de capital enviados por inmigrantes mexicanos a sus familias en México. Sólo el año pasado, las remesas de Estados Unidos a nuestro país totalizaron casi 70 mil millones de dólares. Un impuesto a ese flujo de fondos tendría consecuencias nefastas para las familias mexicanas de ambos lados de la frontera. Insisto, Donald Trump es una pesadilla para México, pero eso no significa que con Kamala Harris todo sería color de rosa, ya hablaremos de ella la próxima semana.

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