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LA SOMBRA DEL CAUDILLO

Los discursos de toma de posesión suelen ser los discursos más importantes de todo gobernante, son un diagnóstico de la situación del país y la ruta a seguir en los siguientes años.

Pues la nueva presidenta de México inició su mensaje a la nación recordando el desafuero de López Obrador cuando dijo: “ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí nos juzgue la historia”.
Y fue la propia Claudia quien lo juzgó, le dijo que “es el dirigente político y luchador social más importante de la historia moderna; el presidente más querido, solo comparable con Lázaro Cárdenas; el que inició y termina su mandato con
más amor de su pueblo; y, para millones, el mejor presidente de México”. “Usted estará por siempre donde solo residen los que devuelven la esperanza y la alegría, usted estará siempre en el corazón del pueblo de México. Se retira usted
de la vida pública como un demócrata y maderista. Gracias, gracias por siempre, ha sido un honor luchar con usted, hasta siempre hermano, amigo, compañero”.

Luego viró, dijo que México es un país maravilloso, con un pueblo extraordinario, por nuestra historia, por nuestro mosaico cultural y nuestra biodiversidad, por nuestros héroes y heroínas que viven en Estados Unidos y con amor a su familia y a su patria, envían su apoyo todos los meses.

Pero regresó a los elogios: “evaluemos con la cabeza fría qué pasó durante los últimos seis años, cambió el modelo de desarrollo del país para bien porque pasamos del fracasado modelo neoliberal y el régimen de corrupción y privilegios,
a uno que surgió de la fecunda historia de México, del amor al pueblo y de la honestidad, pasamos al Humanismo Mexicano”. Y remató “aceptémoslo, a todos les ha ido mejor, por ello vamos a continuar con la
Cuarta Transformación”.

Después de los excesivos halagos a su antecesor, se comprometió a garantizar todas las libertades, la de expresión, de prensa, de reunión, de movilización. Dijo que se respetarán los derechos humanos y nunca usará la fuerza del Estado para reprimir al pueblo.

Que respetará y garantizará la diversidad religiosa, política, social, cultural y sexual de nuestra sociedad. Que la política exterior seguirá los principios constitucionales de autodeterminación de los pueblos, la no intervención y la
solución pacífica de controversias. En materia económica, que se mantendrá la autonomía del Banco de México, la política fiscal responsable, la proporción razonable entre deuda y Producto Interno Bruto y que promoverá la inversión pública y privada. Tengan la certeza, dijo, que las inversiones nacionales y extranjeras estarán seguras en nuestro país.

Aseguró que no aumentará el precio de las gasolinas, diésel, gas doméstico ni electricidad en términos reales; que aprovecharemos el T-MEC para seguir impulsando la relocalización de las empresas; que trabajará de la mano del sector empresarial y los trabajadores para que siga aumentando el salario mínimo.

Prometió que hará el programa de digitalización más ambicioso de la historia; que habrá Estado de Derecho y se respetarán los derechos y salarios de los trabajadores del poder judicial.
Que se mantendrán todos los programas del bienestar y su incremento anual nunca estará por debajo de la inflación, además habrá tres nuevos programas: Todas las mujeres de 60 a 64 años tendrán un apoyo bimestral; todos los niños y niñas que van a escuela pública de preescolar, primaria y secundaria tendrán una beca; y llevará a las y los adultos mayores, la prevención y atención de la salud a su casa, para lo cual contratará a más de 20 mil médicos y enfermeras.
Construirá al menos un millón de viviendas, trenes, aeropuertos y en unos días presentará el Plan Nacional de Energía, que incluye un programa ambicioso de transición energética hacia fuentes renovables de energía.

Dijo que avanzaremos en la soberanía y autosuficiencia alimentaria; que saneará los ríos más contaminados del país; y hará de México una potencia científica y de la innovación. En cuanto a seguridad, no regresará la guerra contra el narco de Calderón, su estrategia consistirá en cuatro ejes: atención a las causas; inteligencia e investigación; fortalecimiento de la Guardia Nacional; y coordinación con municipios, estados y la fiscalía. Nada nuevo.

Concluyó reconociendo a todas las heroínas anónimas, a las invisibles, a las que con su llegada a la presidencia y sus palabras hace aparecer. No les voy a defraudar y ¡Que viva la Cuarta Transformación!
Con ese discurso y el fastidioso coro que no paró de berrear “es un honor estar con Obrador”, la pregunta obligada es: ¿Cuánto más permitirá o fomentará que crezca la sombra del caudillo? Esa sombra la puede obscurecer, le puede restar liderazgo y autoridad.

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