La larga y profunda experiencia de Ricardo Monreal en la conciliación legislativa entró en una franca exasperación ante los jaloneos y desmedidas ambiciones de quienes dentro de su grupo parlamentario de Morena le reclaman poder ocupar la presidencia de la Cámara de Diputados que queda vacía ante el fallecimiento de Ifigenia Martínez.
Ninguno de los aspirantes entiende una premisa esencial: que ese cargo es del interés y dominio de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien requiere ahí una persona de todas sus confianzas para poder sacar adelante las reformas e iniciativas que enviará en las siguientes semanas y meses.
La primera de todas, los proyectos de Presupuestos de Ingresos y Egresos para 2025, esenciales para que ella asegure su proyecto de Gobierno y la gobernabilidad del país.
Y ni qué decir del trámite que esperan las reformas pendientes del expresidente Andrés Manuel López Obrador y que son un compromiso de la presidenta Sheinbaum, entre ellas la que buscará desaparecer vía la absorción 7 organismos autónomos.
Ayer mismo la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez acompañada por la senadora con licencia y ahora jefa del Jurídico de la Presidencia Ernestina Godoy, y por el coordinador de los senadores de Morena y presidente de la Jucopo, el tabasqueño Adán Augusto López entregó en el Senado la iniciativa de Reformas para dar orden y viabilidad a la elección de Ministros, Magistrados y Jueves en junio del próximo año.
Estas reformas, una vez aprobadas esta semana en el Senado, deberán pasar a la Cámara de Diputados para que a más tardar el martes 15 de este octubre se pueda emitir la Convocatoria para esa elección conforme lo establece la Reforma del Poder Judicial.
Y para ello deberá estar al frente de San Lázaro no el personaje más ambicioso de Morena (por ejemplo Dolores Padierna) o el líder más habilidoso de la tribu más filuda de Morena, sino quien cumpla no con el visto bueno de Ricardo Monreal, sino de la presidenta Claudia Sheinbaum.