El aplauso estridente de Morena y Claudia Sheinbaum a los 38 años de cárcel dictados a Genaro García Luna por un juez estadounidense en Nueva York fue una aprobada validación, incitación, clamor para que la justicia de allá venga a arreglan nuestros grandes problemas de impunidad de acá.
Es la solución perfecta ante la ausencia de condiciones…y voluntad política en México para procesar a los grandes delincuentes en tribunales del país.
Una condición ideal es que a nuestros grandes delincuentes se los lleven a Nueva York para que un juez y un tribunal norteamericanos los juzgue y sentencie ante la vista de todos aquí, sin que ninguna autoridad ni institución nacional tenga nada que hacer.
Oiga Usted, pues es algo que ni los Simpson pensaron.
En ese mismo tribunal, con ese mismo juez federal, Brian Cogan, y en la misma ciudad de Nueva York ensayaron primero con el mayor capo del narco mexicano y mundial, con Joaquín “el Chapo” Guzmán (díganle por favor “señor”, pediría el de Macuspana en una de sus mañaneras).
Pero no solo eso, establecieron método y presentaron a sus testigos, puros delincuentes y eliminaron las pruebas, solo quedaron los testimonios que, en Derecho, dicen quienes saben, no son válidos para sentenciar a nadie. Solo dichos no hechos.
No importó. El circo estaba completo.
Luego, ante el asombro de la cúpula militar mexicana, del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la clase política allá continuaron con el ensayo al capturar al exsecretario de la Defensa, al general Salvador Cienfuegos acusado por corrupción y vínculos con el narco.
Todo estaba preparado para llevarlo ante el mismo juez, juzgado y ciudad de Nueva York. Pero una jugada bajo la mesa lo regresó a México bajo la promesa de que aquí sería procesado. Eso nunca ocurrió. Y todo quedó en una exhibición del Gobierno de México como encubridor de delincuentes.
Pero en EU todo estaba ya preparado para continuar con sus intenciones de ir a fondo contra los funcionarios mexicanos y vino la captura de Genaro García Luna.
El primero en celebrarlo fue el presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien se comenzaba a señalar con vínculos y financiamiento del narco.
Pero para él era la situación ideal para atacar a su enemigo central: al expresidente Felipe Calderón.
Los norteamericanos le aventaron el bocado envenenado y él se lo tragó goloso.
Las etapas del juicio, las declaraciones de los testigos, los análisis y comentarios fueron seguidos minuciosamente por AMLO desde sus mañaneras para, con sorna, con una sonrisa burlona, arremeter contra Calderón e iniciar una persecución en México, dentro de su gobierno, contra excolaboradores del exsecretario de Seguridad.