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LA DESTRUCCIÓN QUE SIGUE

Por: Arturo Nahle García

Otto Von Bismarck, el Canciller de Hierro que en el siglo XIX logró la unificación alemana, decía que “el político piensa en la próxima elección, el estadista en la próxima generación”. Pues visto así, en el México de hoy abundan los políticos que solo piensan en la siguiente elección; que falta nos hacen estadistas que piensen en la próxima generación, en nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos; estadistas que vean más allá de su sexenio, más allá de sus intereses personales o de su partido; en síntesis, que vean más allá de sus narices. Nos urgen estadistas que tengan claridad de los grandes problemas que aquejan a la sociedad que gobiernan y sean capaces de diseñar e implementar no solo estrategias electorales, sino auténticos proyectos de desarrollo.

Lo anterior lo digo porque la reforma al Poder Judicial no fue para mejorar la impartición de justicia, la seguridad o la economía, no, fue una reforma eminentemente electoral; o de verdad ¿alguien puede creer que la sola elección por voto popular de nuevos jueces, magistrados y ministros hará más accesibles, rápidos y sencillos los juicios familiares, civiles, mercantiles, laborales o penales? El argumento central de la reforma fue que tenía como propósito democratizar al Poder Judicial, pero eso nadie lo pidió, jamás fue un clamor popular, lo que la gente sí pide es seguridad, mejores servicios educativos y de salud, mejores carreteras, mejores empleos y mejores salarios, entre muchas otras cosas. La elección y no se diga las liquidaciones a las personas juzgadoras injustamente despedidas va a costar miles de millones, dinero que bien pudo utilizarse en todas esas cosas que la gente necesita y exige. Pero bueno, la reforma ya es un hecho y “a lo hecho pecho”, hay que tratar de sacarle provecho.

En los próximos tres años se van a ir a la calle miles de mujeres y hombres que durante muchos años se capacitaron y entregaron su esfuerzo y su vida a la judicatura, ni modo, tendrán que ponerse a litigar por su cuenta o en alguna empresa, seguramente con éxito porque tienen toda la capacidad y experiencia, no se van a morir de hambre.
El punto es ¿quién va a llegar en su lugar?, yo espero que sean juristas serios, honestos y competentes capaces de conducir complejas audiencias y dictar fallos debidamente fundados y motivados, no políticos que cobijados por el gobierno en turno simplemente se hagan de una chamba sin tener la preparación y vocación que tan delicada función exige.
Por todo ello es que desde ahora yo me permito recomendarle a los
extraordinarios jueces y juezas que hay en Zacatecas que participen en la elección que vendrá para que sean ratificados o, de preferencia, ascendidos a magistrados o magistradas. Y a los esforzados secretarios y secretarias de acuerdos y proyectistas que tenemos, les recomiendo postularse para jueces, si son ellos los que nos sucedan el funcionamiento de los 73 órganos jurisdiccionales que hay en el Estado continuará sin mayores sobresaltos.
Ojalá que el Comité de Evaluación que en su momento se integrará sea un filtro que facilite la participación de gente valiosa e impida el acceso a personas que no le garanticen a los justiciables la defensa adecuada de su libertad, su familia, su patrimonio y sus derechos. Eso no se va a lograr con tómbolas, solo con un

Comité de Evaluación profesional e imparcial. En las próximas colaboraciones ya no hablaremos de este negro episodio, como dice la canción “es un capítulo concluido sin final feliz”, hablaremos de la destrucción que sigue, la de los órganos autónomos.

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