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Esperanza e incertidumbre

Nunca ha sido fácil celebrar y vivir a profundidad el tiempo de Adviento… ¿Cómo desear, esperar, preparar la venida del Señor en una sociedad donde, al parecer, Dios no entra en sus planes? ¿Cómo volver a soñar y a echar andar nuevos proyectos cuando se nos invita a acatar leyes injustas, quedarnos en casa -ya no a causa de la pandemia- sino del miedo a ser asesinados o desaparecidos? ¿Es verdad que el hombre ya no necesita de la ley de Dios?… Muchas incertidumbres oscurecen nuestro futuro.

Lo primero que inspira el Evangelio con que inicia este tiempo litúrgico es soñar en grande, actuar con entereza y confianza, vivir un Adviento con sentido. “Pongan atención y levanten la cabeza porque se acerca la hora de su liberación”, es invitación y promesa de Dios que viene a salvarnos de nuestros miedos y maldades. A pesar de las tremendas crisis que vivimos, aceptarlo puede transformar nuestros advientos y esperas en esperanza firme que dinamiza y da sentido a las historias que escribimos en nuestro paso por el mundo.

El texto apocalíptico que se proclama este domingo es una invitación a ser realistas en la activación de la esperanza. Lucas quiere dejar en claro que este mundo tiene fecha de caducidad, pero, si Dios entra y forma parte de la vida de los hombres, puede haber una real y definitiva transformación. El evangelista ve el futuro de la humanidad desde la vivencia de la libertad: sólo el Hijo del Hombre podrá traer la libertad y operar la liberación.

El eje-motor que mueve la vida de todo ser humano es la esperanza de alcanzar lo que anhela y disfrutar el cumplimiento de las promesas, deseos y sueños. En el trayecto de la vida se van sucediendo múltiples esperas que concretan la esperanza.

No hay duda que el ser humano espera ‘algo’, o a ‘alguien’, alluchar cada día por ‘salir adelante’. El tiempo litúrgico de

Adviento es una oportunidad exquisita para afinar, alimentar y activar la esperanza cristiana con sus necesarias salas de espera. Se trata de esperar al Señor con atención porque de Él sólo podemos recibir buenas noticias. Dios siempre es salvación.

Aprovechemos la oportunidad para mirar con seriedad y confianza lo que esperamos. Es tiempo oportuno para abrir paso a lo que está por venir y disponer la vida para alcanzarlo.

Por eso Jesús nos advierte: “Pongan atención y levanten la cabeza”. La desesperanza, las evasiones, el desánimo pueden debilitar la esperanza de que el Señor viene y vendrá a salvarnos. Quien espera de verdad confía en el cumplimiento de las promesas de Dios. Jesús nos advierte: “Estén alerta… Se acerca la hora de su liberación”.

Que al encender la primera vela en la Corona de Adviento no comprometamos a vivir con dignidad la esperanza en su esperas de cada día. “Descúbrenos, Señor, tus caminos”, respondemos a la palabra de salvación que escuchamos este día. Los bendigo con la esperanza de un Adviento con frutos de gozo,

amor y paz.

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