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EL DESAIRE PRESIDENCIAL

Como lo pronosticamos hace una semana, este domingo la presidenta Claudia Sheinbaum dijo en el zócalo que México es un país soberano, libre e independiente, dispuesto al diálogo y a la colaboración pero nunca a la
subordinación, etcétera, etcétera. La verdad es que la concentración en el zócalo era para anunciar las medidas arancelarias y no arancelarias que México impondría a los Estados Unidos por los aranceles que Trump anunció con bombo
y platillo nada menos que en el Capitolio. La concentración del zócalo pretendía ser como aquella a la que convocó Lázaro
Cárdenas el 18 de marzo de 1938 para anunciar la expropiación del petróleo; y es que el recién fundado Sindicato de Trabajadores Petroleros exigió nuevos contratos de trabajo con una jornada laboral de cuarenta horas, pago
durante enfermedades, indemnización por fallecimiento, incapacidad, salario mínimo, jubilaciones y otras prestaciones.

Las empresas extranjeras rechazaron estas demandas, el sindicato convocó a una huelga y el conflicto llegó a la Corte quien falló a favor de los trabajadores. La negativa de las compañías a acatar la decisión de la Corte transformó un asunto laboral en un conflicto de soberanía nacional. Así las cosas, Cárdenas decidió expropiarlas porque contaba con bases sociales
organizadas que lo apoyaban, además porque los tiempos internacionales estaban a su favor, estaba a punto de estallar la guerra mundial.

Pues la faena histórica del General Cárdenas no se pudo repetir este domingo porque Trump reculó, no por la llamada telefónica que le hizo nuestra presidenta, sino por la presión de General Motors, Ford y otras poderosas firmas norteamericanas, así como por la reacción negativa de los mercados.

En resumidas cuentas, el mitin del zócalo se quedó sin materia, sin nada que anunciar, se optó entonces por convertirlo en una especie de festejo por la supuesta victoria de los mexicanos.
Pero también el festejo pasó a segundo plano por un incidente aparentemente menor, resulta que los dirigentes de Morena y los líderes de las Cámaras no saludaron a la presidenta cuando llegó al evento y cuando quisieron hacerlo ésta
los desairó; no les quedó otra más que pedir disculpas públicas a su jefa política. Decía Reyes Heroles que en política “la forma es fondo”, pues este descuido de Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Luisa María Alcalde y el famoso Andy, así
como el desaire presidencial, tiene fondo y trasfondo.

No podemos ignorar que días antes la presidenta les mandó una iniciativa previamente pactada para prohibir en la Constitución a partir del 2027 el nepotismo electoral y sus legisladores se la cambiaron al 2030. Tampoco podemos soslayar que les propuso a una nueva presidenta de la CNDH y por indicaciones del ex presidente dejaron a Rosario Piedra Ibarra. También pidió que el vicecoordinador de la bancada en San Lázaro fuera Alfonso Ramírez Cuellar y
en los hechos quedó el cuestionadísimo Pedro Haces. Si a esto le agregamos los estires, aflojes y hasta golpes bajos que como “corcholatas” se dieron durante la precampaña de Morena, pues todo eso hace que el desaire del domingo tenga otra dimensión.

Cuentan que cuando Miguel Alemán fue destapado como candidato a la presidencia, le preguntó a un paisano que puesto quería en su gobierno, el sujeto le contestó “usted nomás salúdeme en público como hasta ahora, con eso tengo”.
Y con eso tuvo, durante seis años el tipo se le aparecía por todos lados y el presidente lo saludaba con gran efusividad, gracias a ello le llovieron amigos, regalos, negocios y otros privilegios, políticos y empresarios suponían que era el
mejor amigo de Alemán. Pues esto también aplica al revés, cuando la presidenta pública y deliberadamente no te saluda preocúpate, estás políticamente muerto.

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