El martes de la semana pasada, un hombre de entre 35 y 40 años de edad fue linchado por aproximadamente 200 personas en una comunidad del municipio de Nativitas, Tlaxcala, después de que supuestamente privó de la libertad a una niña
de 11 años y abusó sexualmente de ella.
Se dijo que la niña se dirigía a la primaria junto con su hermana cuando el presunto agresor la raptó a bordo de una motocicleta, su hermana alertó a un profesor de la escuela, quien dio aviso a las autoridades y familiares. El sujeto fue localizado por los habitantes de la comunidad, quienes lo retuvieron y comenzaron a golpearlo hasta que falleció, la intervención de la policía estatal y municipal fue tardía porque los pobladores bloquearon los accesos a la comunidad.
El gobierno del estado de Tlaxcala expresó su rechazo a estos lamentables hechos y llamó a la sociedad a confiar en las instituciones y privilegiar el respeto al Estado de Derecho. Cuatro días después en otro municipio de Tlaxcala, San Pablo del Monte, se vivió otro intento de linchamiento que puso en riesgo la vida de un adolescente y su padre.
El hecho se originó cuando dos jovencitas menores de edad acusaron a un adolescente de seguirlas mientras caminaba por una calle de la localidad. Como el oven vestía una sudadera con capucha, las adolescentes lo consideraron
sospechoso y alertaron a los vecinos. La situación escaló rápidamente, los pobladores interrumpieron una reunión
comunitaria para buscar al supuesto acosador, tras encontrar al joven de 13 años, lo retuvieron y lo agredieron, convencidos de que había intimidado a las menores. El joven intentó explicar que simplemente estaba de camino a comprar tortillas y
esperaba a su padre, quien llegó poco después para defenderlo. Sin embargo, la multitud también atacó al padre y a otros familiares, acusándolos de secuestro sin presentar ninguna prueba.
Durante el caos, la turba incendió la camioneta de la familia, afortunadamente elementos de seguridad y militares intervinieron rescatando a las víctimas y llevándolas a un lugar seguro.
Pero el caso de “justicia por propia mano” más sonado fue el de Doña Carlota. Resulta que el mismo martes de la semana pasada en una unidad habitacional de Chalco, Estado de México, una mujer de 74 años fue captada en un
video disparando contra un grupo de personas dentro de una vivienda de interés social. En todo el mundo circuló el video en el que se observa cuando Doña Carlota llega a la vivienda a bordo de un vehículo acompañada de un hombre armado y otra mujer, la agresora desciende del auto, apunta con su arma y dispara contra un hombre en el patio; un adolescente intenta ayudarlo pero también es alcanzado por las balas.
Dos personas perdieron la vida y un menor de 14 años resultó herido. Doña Carlota y sus acompañantes lograron huir pero se les detuvo al día siguiente. Los hombres que fueron asesinados se exhibían en redes sociales armados y presumían ser parte de un grupo de choque autodenominado “Sindicato 22”.
Según la versión oficial, Doña Carlota y sus acompañantes llegaron a la vivienda argumentando que el inmueble les pertenecía, sin embargo, los ocupantes del lugar aseguraron que tenían un contrato de arrendamiento válido. Doña Carlota
había denunciado a los supuestos invasores pero su denuncia, para variar, no fue atendida por las autoridades.
Esos son los riesgos de la impunidad, cuando las autoridades encargadas de procurar e impartir justicia no hacen justicia, mucha gente termina por hacerse justicia por propia mano.
En Zacatecas, por ejemplo, el año pasado la Fiscalía General de Justicia del Estado recibió 25,696 denuncias y querellas, sin embargo solo se llevaron a juicio 4,062 casos, solo el 2.4% por homicidio. Lo anterior significa que la gran mayoría de los hechos delictivos terminan en la impunidad. Casos como los de Tlaxcala o el de Doña Carlota, se registran a diario en todo el
país, y esto no se va a resolver con la simple elección de ministros, jueces y magistrados; el fenómeno de la impunidad se revertirá cuando se dote a las Fiscalías de mayores recursos humanos, financieros y tecnológicos para abatir el
gigantesco rezago que padecen.