Por Arturo Nahle Garcia
La situación en México no estaba bien, al contrario, hasta un ciego podía ver que los famosos “abrazos y no balazos” no habían funcionado, lo que nunca imaginamos es que se pudiera poner peor y se puso peor, el detonante de la nueva crisis se dio a escasos dos meses de que AMLO concluyera su mandato, para ser exactos el 25 de julio del 2024; ese día Joaquín Guzmán López, hijo de “el Chapo”, entregó al FBI nada menos que al legendario Ismael “Mayo” Zambada.
El abogado del Mayo dijo que su cliente fue atado y sometido por al menos seis hombres con uniformes militares, esto generó la sospecha de una operación extraterritorial de agentes estadounidenses en México. Declaraciones posteriores de López Obrador revelaron que el operativo se hizo totalmente a espaldas del gobierno mexicano.
En una carta el Mayo aseguró que fue traicionado tras ser citado a una reunión con “los Chapitos”, el gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya y el Diputado Federal y ex Rector de la Universidad Héctor Melesio Cuén. La carta conectó explícitamente su captura con el asesinato del ex rector, a quien se refirió como su amigo de muchos años; “lo mataron a la misma hora y en el mismo lugar donde me secuestraron”, afirmó el Mayo, esto desnudó el contubernio del Cartel de Sinaloa con las más altas esferas políticas del país.
Pues esa es la nueva crisis que vivimos en México, por un lado la fractura, la guerra intestina en el que fuera el cartel más poderoso del mundo; por el otro la sospecha fundada de los nexos del crimen organizado con las autoridades; y por si fuera poco el evidente divorcio entre los gobiernos de México y Estados Unidos en materia de seguridad.
Si a eso le agregamos la amenaza constante de Donald Trump de invadirnos para combatir a los grupos “terroristas” que desde aquí inundan su país de fentanilo y la pugna entre Omar García Harfuch y el titular de la Guardia Nacional, pues a eso yo le llamaría “la tormenta perfecta” o “la herencia maldita” de Claudia Sheinbaum.
Y a esa tormenta se le vienen nuevos nubarrones, las huestes de los Chapitos ya se unieron al Cartel de Jalisco y ha trascendido que tanto el Chapo, como sushijos y el Mayo están negociando con las autoridades estadounidenses. ¿Y qué pueden negociar? pues lo que ya han negociado otros, dar información importante y declarar en contra de otros narcos a cambio de ser convertidos en testigos protegidos, no recibir penas muy altas y que se proteja a sus familias.
Esto último ya sucedió, el pasado 9 de mayo 17 familiares del Chapo, incluyendo a su ex esposa Griselda López Pérez, madre de Ovidio, se entregaron voluntariamente a Estados Unidos en la garita de San Isidro, ubicada en la frontera de Tijuana y San Diego. Las personas fueron recibidas, con todo y maletas, por agentes del FBI y del servicio de Marshals.
Así las cosas, todo indica que lo que sigue, y no tarda, es que desde Estados Unidos empiecen a soltar los nombres de los políticos mexicanos con los que el cártel de Sinaloa tenía relaciones.
La cancelación de la visa a la gobernadora de Baja California incrementó la tensión en la clase política; no pocos gobernadores, legisladores, alcaldes, jueces, fiscales y policías, entre otros, se están mordiendo las uñas, no porque estén en peligro sus visas, no, porque puede estar en peligro su chamba, su carrera política, su libertad y su jugoso patrimonio.
Ojalá que cuando eso suceda, cuando se publique la lista, ni el gobierno ni su partido salgan a defender a nadie, no es justo que por culpa de unos cuantos el mundo nos tenga catalogados como un narco Estado.