Las dos emperatrices de México, Ana María Josefa Ramona, esposa de Iturbide, y Carlota, esposa de Maximiliano, junto con las dos esposas de Sana Anna, Margarita Maza esposa de Juárez y Carmelita Romero Rubio, esposa de Porfirio
Díaz, son las mujeres que durante el siglo XIX construyeron el espacio que en el siglo XX usufructuaron las esposas de los presidentes revolucionarios.
Como Sarita Pérez, tres años mayor que Madero y con quien, se dice, tuvo voto de castidad. A la trágica muerte de Madero, Sarita se enclaustró 39 años vestida de negro en su casa de la calle Zacatecas. Virginia Salinas, esposa de Carranza, era una mujer enjuta y fea, por eso el “Barbas de Chivo” tuvo hijos con otras mujeres; cuando murió la primera dama Carranza se casó con Ernestina de la Garza pero poco le duró el gusto, a los dieciséis días del casorio asesinaron al presidente. Adolfo de la Huerta era tenor y violinista, al concluir su mandato puso una modesta escuela de canto cerca de Hollywood junto con su esposa, la pianista Clara Oriol.
Obregón se casó dos veces, en 1903 con Refugio Urrea con quien tuvo cuatro hijos y en 1916 con María Tapia Monteverde, con quien tuvo siete más, a todos les heredó una enorme fortuna. Plutarco Elías Calles se casó con la asmática Natalia Chacón Amarillas con quien procreó doce hijos, y tuvo otro más con la joven Amanda Ruíz. Ya viudo se volvió a casar con la soprano yucateca Leonor Llorente quien le dio dos hijos más. Carmen García, esposa de Emilio Portes Gil, de escasos 23 años, ha sido la primera dama más joven.
El día que tomó posesión Pascual Ortiz Rubio, su esposa Josefina recibió un balazo en la oreja que también alcanzó al presidente, estuvo convaleciente dos meses en la Cruz Roja. El apuesto pero corruptísimo Abelardo L. Rodríguez se casó tres veces, una de ellas con una norteamericana que al poco tiempo se le suicidó. Lázaro Cárdenas y Doña Amalia Solórzano se conocieron en una huerta llamada “Los Pinos”, por eso así bautizaron la residencia oficial. La prioridad de Soledad Orozco de Ávila Camacho eran los caballos porque no tuvieron hijos, sin embargo ella instituyó el 10 de mayo como el Día de las Madres.
¡ Ay de aquel que le contara a Doña Beatriz Velasco sobre los amoríos de su carismático esposo Miguel Alemán !
Ruíz Cortines se casó obligado con Lucía Carrillo porque ya venía en camino el primero de sus hijos, en 1935 se divorciaron por el mal carácter de la señora y al poco tiempo se volvió a casar con María Izaguirre, divorciada de un fulano y viuda de otro, los dos hijastros de Ruíz Cortines fueron un dolor de cabeza, la pareja
obviamente terminó mal.
En cambio la maestra Eva Sámano fue una extraordinaria primera dama, aunque también terminó separada del mujeriego López Mateos. ¿Qué le vería Lupita Borja al feísimo Gustavo Díaz Ordáz? la pobre terminó tan enferma de los nervios que ya ni se enteró de los amoríos del presidente con “La Tigresa”. Echeverría conoció a María Esther Zuno en casa de Frida Kahlo, también fue una gran primera dama; no así Carmen Romano de López Portillo quien llegó a tener
32 pianos de cola, ya separados el ex presidente se casó con la escultural Sasha Montenegro.
Paloma Cordero de de la Madrid, Cecilia Ocelli de Salinas y Nilda Patricia Velasco de Zedillo brillaron por su sobriedad y prudencia; no así Martita Sahagún, segunda esposa de Fox, ella tenía la última palabra en la noche y la primera en la mañana, ella sustituyó el dedazo por el besote, su ambición y poder fue tal que los apodaron Foximiliano y Martota. Margarita Zavala de Calderón fue y sigue siendo una esposa incondicional, no así “La Gaviota”, segunda esposa de Peña Nieto, acabado el sexenio se acabó el amor. Y así llegamos a la periodista Beatríz Gutiérrez Müller, segunda esposa de López Obrador, ella suprimió la figura de Primera Dama y no presidió el DIF, no conforme con los conflictos que generó su marido, ella le ocasionó otros, sobre todo con España; y su historia aún no termina, si llega a confirmarse lo de su nueva nacionalidad y su residencia en Madrid, su frivolidad puede costarle muy caro no solo a ella, sino al histórico movimiento que inició su marido.