CULTURA
Michael de Alba
El muralista Clemente Orozco nació un 23 de noviembre de 1883 y murió un 7 de septiembre, hace 72 años. Considerado uno de “Los Tres Grandes” del muralismo mexicano en compañía de Siqueiros y Rivera, Clemente dejó un notable legado en muralismo, litografía y hasta en caricatura, mismo que forma parte de diversas colecciones internacionales.
José Clemente fue originario de Zapotlán, cuando tenía escasos dos años de edad su familia se mudó a Guadalajara y tiempo después a la ciudad de México, lugar donde conocería por primera vez el gusto por la pintura y por lo tanto, el rumbo de su vida. Cerca de su casa se encontraba una imprenta donde hacían los grabados de José Guadalupe Posada, lugar que le despertó la inquietud por la pintura. Cuando Orozco salía de la escuela se detenía unos minutos a observar a Posada trabajar, y fue ahí donde obtuvo sus primeras lecciones de color trazados y, lo que posteriormente lo orilló a inscribirse a las clases nocturnas de dibujo en la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
Los primeros trabajos de Orozco se desarrollaron en litografías de la vida indígena, pero, interesado en la pintura mural, este artista logró perfeccionar su técnica que lo hizo estar en uno de los más grandes muralistas de talla internacional.
Su primera exposición fue presentada en una librería en la Ciudad de México en 1916, mientras que al año siguiente, viajó a los Estados Unidos donde dedicaba su tiempo a pintar carteles y algunos murales. En 1922 se alió a Diego Rivera y Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores donde por parte de la Secretaría de Educación, pintó en la ciudad de orizaba el mural “Reconstrucción”, edificio que ocupa el lugar de la presidencia municipal.
José Clemente tuvo una vida artística productiva, algunas de las obras más reconocidas de este muralista son: La trinchera, Trabajadores, Maternidad, Destrucción del viejo orden, Cortés y la Malinche, El Hombre en Llamas, Prometeo, Omnisciencia, Dartmouth y Katharsis.