Vía: De Reporteros
Cómo si se tratara de una novela de ficción, un elementos de la Guardia Nacional pudo ayudar a una mujer embarazada a dae a luz, gracias a una llamada que hizo a su hija que es médico y quien lo pudo guiar a distancia, para lograr el milagro de la vida.
Así lo narró a Dereporteros, el inspector Morales que, acompañado del agente Rodríguez, lograron ayudar a una mujer en labor de parto, a bordo de un autobús.
El inspector indicó, que el pasado 12 de noviembre salieron a trabajar en su patrulla 18118 de la GN, adcrita a la Dirección General de Seguridad en Carreteras e Instalaciones.
Como primer llamado, les indicaron que había un accidente en la carretra Monterrey, donde un vehículo se había salido de la carretera, justo donde hay un cruce de ferrocarril.
En se lugar el vehículo había caído a un desnivel y era necesario solicitar una grua; entonces solo creían que sería una guardia como cualquier otra.
Fue hasta que pasó por el lugar un autobús de pasajeros que iba de Monterrey a Tamasunchale, San Luis Potosí, y cuyo conductor les indicó que traía a una joven ya en labor de parto.
Lo primero que pensaron fue en llevarla a un hospital, pero el más próximo quedaba a 49 kilometros, así que hicieron la llamada, pero había que hacer algo, porque la mamá de la joven en labor de parto bajó a indicar que el bebé estaba naciendo.
Cómo en las peliculas, el inspector Morales abordó el autobús y preguntó si entre los pasajeros habia un médico, alguna enfermera o paramédico que pudiera apoyar, pero no había.
“Entonces me voy hasta el final del autobús y encuentro a la joven sentada entre dos asientos y veo que el bebé estaba naciendo”, narró.
Para ese momento no había tiempo de titubeos, así que el inspector recibe al bebé en una colcha que alguien le pasó, aunque debia seguir maniobrando.
Para entonces, ya su compañero le habia hecho llegar un par de guantes nuevos, con los que revisó que el recién nacido tuviera libres sus vías aéreas, que respirara, aunque aun tenía el cordón umbilical ligado a la placenta que no había salido.
Fue entonces que tuvo en cuenta que su hija Mabeli Morales es médico, por lo que marcó al celular y le pidió ayuda.
Aun incrédula de que esto estuviera sucediendo, la joven médico aceptó apoyarlo, dándole indicaciones de revisar que el bebé respirara correctamente, que se moviera, le dieran calor y estuviera bien.
Pero, el cordón aún no era cortado, así que la doctora le indicó mantener al bebé en un nivel con la madre, a fin de que el fluido fura de madre a hijo.
En ese momento, el inspectora Morales sólo se apoyaba de la lámpara y su celular con el altavoz, donde se escuchaba la voz de la joven médico que le pedia a la madre pujar para ayudar a terminar el proceso.
Cabe señalar que, quien estuvo cerca y apoyaba pasando la lámpara o deteniendo el celular era una niña de unos seis o siete años, hija de la mujer que daba a luz y quien le daba ánimos a su madre, y le pedía pujar para llevar a cabo lo que pedía la médico.
Y, ante la noticia de que la ambulancia aún tardaría en llegar, el inspector decidió continuar; lo único que había a mano era su navaja, requería una liga o cordón, pero no había, de manera que se las arregló con unos cubrebocas limpios a los que les quitaron los elásticos, para anudar en dos lugares el cordón umbilical, aproximadamente un centímetro entre uno y otro, según las indicaciones recibidas.
Desinfectó la navaja e hizo el corte, aunque la placenta aún debía salir, un trabajo que duró unos minutos más, sin que hubira hemorragia, desgarre o cualquier irregularidad.
Depués de 40 minutos, que parecieron horas por la tardanza de la ambulancia, todo había salido bien, así que no hubo más que decir a la joven madre felicidades, todo está bien. Si hubiera sido una película, la gente hubiera estallado en aplausos, pero esta es la realidad y solo hubo miradas de agradecimiento.
En eso se escuchó ruido a sus espaldas, por el pasillo, eran los paramédicos que llegaban a hacerse cargo, para llevar a la madre y su bebé al hospital de Ciudad Victoria.
“Llevo 26 años de servicio, y nunca me había pasado algo así”, recuerda el inspector, orgulloso de haber conversado muchas veces con Mabeli, su hija, de hipotéticos casos y de haberla tenido con él, aunque fuera por teléfono.