XXII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B
“Dejan a un lado el mandamiento de Dios para aferrarse a las
tradiciones de los hombres”
Marcos 7, 1-8.14-15.21-23
Terminamos agosto 2024 con las tareas del regreso a la escuela, la
incertidumbre del sistema educativo y lo que será en los ‘treinta días
que siguen’… Comenzamos septiembre -mes cargado de
evocaciones históricas- con el inicio de legislaturas y gobernantes
estatales y municipales, miradas esperanzadores y, al mismo tiempo,
preocupantes. En el transcurrir del mes, personas, familias,
escuelas, actores políticos… tendrán que hacer ajustes. ¿Los sueños,
metas y esfuerzos personales e institucionales contribuirán a formar
un pueblo sano, educado, solidario, trabajador, justo, sabio,
prudente, alegre, participativo?
La memoria del pasado y la promesa de un futuro todavía por venir
constituyen el antes y el después de la vida presente. Los estudiantes
inician o continúan una etapa/grado donde tendrán que desarrollar
su potencial para seguir aprendiendo el emocionante arte de vivir.
Los servidores públicos –los que terminan y los que inician- viven
días y momentos tensos e intensos donde el aprendizaje del arte de
gobernar es puesto a prueba.
Individuos, familias, escuelas, autoridades, se necesitan
mutuamente para crear un ambiente sano donde todas las personas
e instituciones se desarrollen y aporten al bien común. La fe en Dios
ilumina el camino, proporciona presencia amigable, anima, orienta,
da sentido, fortalece. ¿Un pueblo sabio y prudente será el fruto
visible en un futuro cercano?
El pueblo de Israel, llamado a ser un pueblo sabio y prudente
(primera lectura) ante los pueblos vecinos, fue cayendo en el vicio de
un ritualismo vacío, sin compromiso en el arte de vivir y gobernar. La
vida interior, el prójimo, la fidelidad al Dios de sus padres, no
importaron. ¿Recuerdan la imagen de la higuera que tuvo que ser
cortada? El corazón humano se puede corromper, pervertir, engañar,
apostarle a la mediocridad y a la venganza. Es la queja de Jesús en
el Evangelio al hablar de lo puro y lo impuro en relación con
personas, tiempos, alimentos.La Palabra nos invita a ir al interior del corazón humano para ser
sabios y prudentes, gestores de fraternidad, servidores solidarios,
obreros de un mundo más humanizado. De ahí sale lo bueno y lo
malo, los grandes ideales y también las más atroces perversiones.
Al terminar agosto e iniciar septiembre tenemos la oportunidad de
volver a plantear lo básico de la vida en casa, la escuela, la sociedad,
el estado, la Iglesia. Si fuéramos los únicos habitantes en el mundo
no se necesitaría sabiduría, ni prudencia; el amor no tendría sentido.
La educación de personas, familias y pueblos es el medio
indispensable para el desarrollo y el progreso. Educar para
transformar personas y sociedad debe ser el objetivo de políticas
públicas y motivar todo esfuerzo personal y comunitario.
Volver al Jesús del Evangelio es vital para que nuestros ritos
septembrinos no se queden en remembranza vacía y nostalgia sin
futuro. Un pueblo mexicano sabio y prudente es posible si nuestra fe
en Cristo es accionada e interactuada en todos los ámbitos
educativos y gubernamentales… Por sus frutos se conocerán, nos
dice el Señor de la historia.
Con mi bendición septembrina.