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EL MUSEO DE LA CORRUPCIÓN

Durante cuatro siglos la actividad económica preponderante de Zacatecas fue la
minería, pero a partir del reparto agrario iniciado a principios del siglo XX dimos un
giro hacia las actividades agropecuarias con relativo éxito dada la escasez de
agua que caracteriza a nuestro territorio.

En la década de los setentas el visionario gobernador Fernando Pámanes
descubrió una nueva veta a explotar, el turismo. Abrió el museo Francisco Goitia
en Sierra de Álica que incluyó una extraordinaria colección de Julio Ruelas,
construyó el teleférico, la mina El Edén, las instalaciones de la feria, el teatro
Ramón López Velarde, con el apoyo de Don Federico Sescosse inició el rescate
del deteriorado centro histórico de la capital e impulsó la apertura de los primeros
hoteles considerados como de gran turismo.
El Gobernador Cervantes Corona no se quedó atrás, abrió el museo Pedro
Coronel con su rica colección de arte universal, el de la Toma de Zacatecas en el
Cerro de la Bufa, aceleró el rescate del centro histórico, construyó el boulevard
metropolitano, la nueva central camionera y el aeropuerto internacional Leobardo
C. Ruíz.
Genaro Borrego le dio seguimiento al impulso turístico y cultural de Zacatecas,
abrió el museo Rafael Coronel con su espectacular colección de máscaras,
continuó con el rescate del centro histórico e inició la compleja instalación del
cableado subterráneo, inauguró el Hotel Quinta Real y el Mesón de Jobito,
organizó el primer festival cultural de semana santa y construyó la autopista
Zacatecas – Fresnillo que conecta al aeropuerto.
Arturo Romo Gutiérrez construyó la primera etapa del bellísimo museo de arte
abstracto Manuel Felguérez, el museo Zacatecano que alberga una excelente
colección de retablos y arte huichol, el museo de sitio en La Quemada, continuó
con el rescate del centro histórico y la instalación del cableado subterráneo, logró
el nombramiento de ciudad patrimonio por parte de la UNESCO, organizó el
Congreso Internacional de la Lengua Española y el primer Festival Internacional
del Folclor.
Ricardo Monreal, con la asesoría de mi entrañable Héctor Castanedo, concluyó el
Museo Felguérez y la denominada Ciudadela del Arte en la antigua Casa de
Moneda que abarca el Museo Zacatecano, las salas Manuel M. Ponce, Antonio
Aguilar y la fototeca del gran Pedro Valtierra; también organizó el primer festival
internacional de Teatro de Calle.

Amalia García continuó con el rescate del centro histórico sacando de él todas las
oficinas de gobierno, construyó el Centro de Convenciones, la Plaza del
Bicentenario y su estacionamiento en los terrenos de la ex central camionera,
modernizó todas las carreteras que conectan a la capital del Estado, incluido el
libramiento del tránsito pesado, e invirtió como nadie en los festivales culturales.
Miguel Alonso modernizó el museo de la Toma de Zacatecas, colocó la
maravillosa iluminación escénica del centro histórico, rescató la Alameda García
Salinas, impulsó los denominados Pueblos Mágicos y amplió la oferta hotelera.
Por los dos años de pandemia el quinquenio de Alejandro Tello se convirtió en
trienio, el turismo se cayó en todo el mundo y su campaña “Zacatecas
Deslumbrante” fue opacada por el clima de violencia que en el 2021 llegó a su
pico más alto.

Si a nuestra amplia infraestructura cultural agregamos la impresionante pinacoteca
virreinal del ex Convento de Guadalupe que el INAH rescató en los sesentas, el
Museo Universitario de Ciencias y el Museo Infantil Zig Zag, Zacatecas es -o
debería de ser- el principal destino cultural de México.
Pues ahora la administración de David Monreal ha anunciado dos obras que
francamente no compaginan con los esfuerzos desplegados por sus antecesores
en las últimas cinco décadas, me refiero al polémico segundo piso y obviamente al
Museo de la Corrupción.

No creo que turistas nacionales o extranjeros quieran venir a conocer un museo
con una sala dedicada al nepotismo, otra dedicada a los moches, una más a los
compadres y otra a las novias empoderadas.
Con el aprecio que le tengo al Secretario de la Función Pública respetuosamente
le digo que su museo es un verdadero despropósito; si ese auditorio está
inconcluso hay que concluirlo, su lamentable estado actual se debe a los casi
nueve años que lleva abandonado; nos urge un foro digno que sustituya al
rebasado teatro López Velarde y al viejo y poco funcional teatro Calderón, pero
además que sea la sede de nuestra Banda Sinfónica, si es que todavía existe.