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EL ALCATRAZ DE LOS CAIMANES

El primer artículo de nuestra Constitución establece que en México todas las personas, mexicanas o no, gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia Constitución y en los tratados internacionales; y remata prohibiendo toda forma de discriminación motivada por origen étnico o nacional, género, edad, discapacidad, condición social, salud, religión, ideología, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por
objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Nuestra Carta Magna también prohíbe el tormento de cualquier especie, la tortura, los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Y es que desde 1948 la Declaración Universal de Derechos Humanos dispuso que “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en dicha Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”; y el
artículo 5 es contundente, “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes”.

La Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1978 dice lo mismo; y no se diga la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial de 1965; o la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes de 1984; o la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de los Trabajadores Migratorios y sus Familias de 1990, entre otros.

Estos derechos fundamentales deben respetarse en cualquier país que se diga democrático, pero está visto que a Donald Trump le vale un sorbete tanto las leyes internacionales como las locales. Desde el 2016 propuso la deportación masiva de inmigrantes indocumentados y llevarlos a "campos de concentración a gran escala cerca de la frontera” (sic), para ser retenidos antes de su deportación. Pues hace poco más de un mes inauguró un centro de detención migratoria al oeste Miami, dentro de la Reserva Nacional Big Cypress, diseñado para albergar hasta cinco mil detenidos en un área remota rodeada de humedales infestados de caimanes y pitones. Trump elogió el complejo diciendo que "será tan bueno como el legendario Alcatraz de San Francisco".

​El controversial centro migratorio se erigió en nueve días y ha enfrentado la oposición de demócratas, líderes nativos americanos y grupos activistas por preocupaciones humanitarias y ambientales. Los lugareños argumentan que el centro amenaza hábitats de especies en peligro y viola la Ley de Política Ambiental Nacional; la tribu Seminola también se opuso
alegando que son tierras sagradas.​

Mexicanos y centroamericanos detenidos han denunciado las duras condiciones en el centro: acceso limitado al agua, alimentación insuficiente y restricciones en la práctica de su religión. Por ejemplo, el mexicano Carlos Martín González, de 26 años, fue detenido el 7 de julio cuando conducía en la turística ciudad de Orlando, su hermano Oscar
Alejandro de 30 años acudió a ayudarlo y la policía también lo detuvo. Carlos contaba con visa de turista para estar legalmente en Estados Unidos y su hermano está casado con una ciudadana estadounidense. Ambos fueron
trasladados al temido “Alcatraz de los Caimanes” violando todos sus derechos civiles.

Durante veinte días fueron tratados peor que criminales, sin comunicación, sin defensor, compartían celda con 40 personas, les daban cinco minutos para comer, tres minutos para bañarse con agua contaminada, estuvieron con un solo uniforme naranja que nunca pudieron lavar, durante el día les apagaban el aire acondicionado sufriendo intensos calores, en la noche lo prendían hasta congelar las celdas, les tocó ver como entre diez guardias golpeaban a algunos migrantes que tenían residencia o permiso de trabajo solo por guardarse una manzana, Carlos perdió 10 kilos y Oscar 7. La presión mediática obligó a Trump a liberarlos. El “Alcatraz de los Caimanes” poco le pide al Centro de Confinamiento del
Terrorismo de Bukele en el Salvador, algunos hasta lo comparan con Auschwitz y otros campos de concentración nazi.

¿Y qué ha hecho la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al respecto? ¿Dónde está la Cancillería, la Embajada y los 53 Consulados que tenemos en Estados Unidos? ¿No que no somos piñata de nadie?

La política migratoria de Trump es una humillación para México y el mundo, un mundo que no se atreve a enfrentarlo y un México con muy poca autoridad moral y política para denunciar estos crímenes de lesa humanidad.

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