Salvador Sanchez
Como ya es de todos conocido hace algunos días el controversial escritor mexicano y director del Fondo de Cultura Económica (FCE) Francisco Ignacio Taibo Mahojo, anuncio en Sinaloa la estrategia nacional de lectura para el sexenio de López Obrador, partiendo de la premisa de que en México ‘’no se lee por que los libros son demasiado caros’’. Taibo anuncio que la estrategia se comprenderá por 3 ejes rectores, primero la creación de 130 nuevas librerías en el país, segundo el fomento del habito de la lectura en la ciudadanía y el tercero -del cual queremos hacer un breve análisis- el abaratar los libros en México, ello con el objetivo de llevar y fomentar la lectura en todo el país.
Ahora bien, hagamos un análisis objetivo y real de lo planteado, como muchos de ustedes de manera casi inmediata pensé, ¿Llevara eso a largo plazo justamente a todo lo contrario?. Es decir, en México según el modulo de lectura del INEGI solo el 45 por ciento de la población mayor de edad lee al menos UN LIBRO AL AÑO, lo que significa que MAS DE LA MITAD DE LOS ADULTOS EN NUESTRO PAIS NO LEE, ¿A qué se debe?. ¿Será cierto que lo único que nos mantiene distantes del maravilloso mundo de la lectura es el precio de los ejemplares? Y ¿Cómo afectara esto a toda una industria que fomenta desde hace años en nuestro país la lectura?.
Vayamos en orden de ideas.
Primero la industria, dicen los que saben que ‘’ni para las hojas con 10 pesos’’, ya que un libro, una novela, un trabajo de investigación, entre otros, son trabajos que generalmente llevan para su proceso de creación toda una cadena de colaboradores, autores, editores, correctores, editoriales, y por supuesto las librerías quienes deben obtener algún ingreso por su trabajo; ¿Podrá una de las industrias más agonizantes en nuestro país darse el lujo de disminuir de manera tan radical sus precios y aun así mantenerse en pie?
‘’ Vamos a forzar a que el conjunto de la industria editorial baje sus precios’’.
Ahora bien pensemos en el ámbito internacional, seguramente a los grandes escritores como Elisabeth Badinter no estarán dispuestos a introducir a nuestro país sus obras por el equivalente a menos de .50 centavos de dólar. ¿A caso los mexicanos vamos a subsidiar el resto a través de impuestos? Y de ser así, ¿Queremos los mexicanos subsidiarlo?.
Hablemos también de los salarios de la mayoría de las personas involucradas la dicha industria de los libros, derivado de varios factores entre ellos precisamente la poca demanda que genera la lectura en México, y por ende los BAJOS INGRESOS que genera la misma. Los ingresos de la mayoría de los involucrados son muy bajos, ¿Será entonces una solución afectar más económicamente a los involucrados en el proceso productivo que genera la lectura?
En términos reales y económicos la estrategia nacional de lectura GENERA PRECISAMENTE TODO LO CONTRARIO y da una cachetada con guante blanco a la libertad de expresión, a la libertad editorial y a los escritores y editoriales independientes. ¿Cómo?
Primero, introduciéndolos precisamente a una dinámica o a un circulo vicioso en el cual los escritores no podrán generar de manera independiente obras literarias que tengan ‘’precios competitivos’’ ya que por disposiciones del fondo de cultura económica, deberán ser baratos.
Segundo los mismos trataran seguramente de acercarse al FCE u otras instituciones para obtener subsidios para poder publicar sus obras, es ahí donde dicha dependencia de gobierno se convertirá en un juez que de manera ‘’parcial’’ va a decidir qué obras y a que escritores se les apoya o se les entrega dicho subsidio y a cuáles no.
Y tercero; como resultado tendremos probablemente un conjunto de obras estatales y de obras resumidas y compendios en donde la magia del relato y la forma del escritor para atraparnos no serán relevantes, si no solo conocer el contexto de la historia. Y que a caso ¿no es esa la esencia misma de la lectura?. ¿Seremos nosotros la generación en la que la lectura como todas las demás fuentes de información tengan que ser ‘’light’’?.
Ahora bien, como resultado de todo lo anterior probablemente aun mas jóvenes perderán la motivación por escribir, dado el escaso público nacional, así como los salarios poco prometedores para sus futuros y los mismos dejaran de sentirse atraídos por la escritura, y claro por la lectura a su vez. Seamos francos, es de todos sabido que son exactamente esas mismas personas (los escritores) quienes año con año realizan actividades, para distribuir libros, actividades de lectura colectiva y quienes a través de asociaciones con sus colegas y sin lucro alguno buscan hacer llegar la lectura a cada vez más personas, y si en nuestro país YA SE REGALAN LIBROS, asociaciones, bibliotecas públicas e incluso librerías lo hacen ya, ¿Eso basta?
A cuantos de nosotros nos han regalado un libro que JAMAS LEIMOS, y que sigue por ahí guardando polvo en algún rincón de nuestra casa, ¿Es entonces cuestión de precio, o estamos hablando más bien de algo cultural? No es la lectura una cuestión de CALIDAD y no de cantidad?
De alguna forma parece ser que la estrategia está ahí para hacernos leer a toda costa sin importar la calidad de lo que leamos.
Para terminar con este tan controversial tema, en el supuesto de que se tratase de versiones completas subsidiadas de los libros más trascendentes de la literatura universal a precios tan bajos, seguramente habrá comunidades en nuestro país en las que cien años de soledad sea más accesible para algunos que el carbón con el que encienden sus estufas. ¿Ó No?
Ante la euforia política que atravesamos, ¿Tendremos la madures social para reconocer también los desaciertos del gobierno de López Obrador y sus colaboradores, ó los seguiremos elogiando ciegamente a cada paso que dan?
Expectantes veremos como resulta la estrategia nacional de lectura, y si en verdad da resultados, y claro esperemos el director del fondo de cultura económica ponga el ejemplo y sean sus obras las primeras en venderse por la bochornosa cantidad de 10 pesos.
En palabras de su servidor no es el precio si no el hambre de conocimiento lo que hace a los lectores.