El 1 de julio de este año que inicia, se celebrarán las elecciones más importantes del México contemporáneo. Como consecuencia, el comienzo también de la efervescencia aspiracional en la clase política. Este último, es precisamente el que se ha apoderado de la agenda temática en todos los medios de comunicación, principalmente en las redes sociales, plataforma en la que unos y otros pueden, con absoluta libertad y estilos variopinto, exponer sus posturas. Analíticamente, el clima cibernauta generado, nos permite la lectura de lo que sería la estrategia de comunicación y de marketing que emplearán algunos de los actores de la justa electoral en marcha.
Y es que, en estos comicios, en donde la reelección será el invitado especial, las estrategias comunicacionales jugarán un papel fundamental para convencer a los sectores de la población indiferentes a la vida política, reacios a participar en los partidos políticos y marginados de la toma de decisiones; a mujeres y hombres pues, que viven en un ambiente de rechazo a todo lo que, para ellos, “huele a gobierno”. Esto toma justa dimensión, toda vez que revisamos los números.
En este 2018, 14 millones de jóvenes serán los que, por primera vez ejercerán su derecho de voto. Esta cifra es una alerta para los Institutos Políticos, obtener el mínimo porcentaje de este sector, puede ser la diferencia de los resultados, remontémonos a la elección pasada para poder entenderlo.El actual Presidente de México, Enrique Peña Nieto, según datos proporcionados por el extinto IFE, ahora INE, (Instituto Nacional Electoral), ganó con una votación de 19 millones 226 mil 896 votos, y los nuevos votantes alcanzaron niveles de participación por encima del 62 por ciento.
La generación milenial será, indiscutiblemente, el atractivo principal de los Organismos Políticos, quienes tendrán la obligación de ofertar una plataforma electoral que pondere como vehículo de alimentación, la comunicación digital para poder acceder a ellos.
En esta lógica, en la que, comunicación y juventud al unísono, intentan decodificar la atmósfera que estamos a punto de vivir, hay quienes en la postulación de candidatos considera que los jóvenes no son indispensables en las boletas electorales, o si lo son para cumplimiento de una cuota, el azar será su mecanismo de selección.
Porque, aunque parece que ha quedado atrás la vieja práctica de los “dados cargados” para definir a los candidatos, persiste la negociación subterránea, los arreglos mafiosos y la imposición de los preferidos. Y estas componendas antidemocráticas y perversas echan abajo el ánimo de quienes aspiran a ser, verdaderamente, políticos diferentes; de quienes se han esforzado para trabajar con honestidad y eficiencia al servicio de un proyecto de gobierno.Como sociedad será interesante vivir un proceso de gran trascendencia política y social; un proceso que además de darle a los mexicanos un nuevo presidente de la República, le mostrará si hay realmente signos de cambio en la clase política mexicana.
El proceso 2018 mostrará a los mexicanos los esquemas más creativos de comunicación, que intentaran a toda costa acarrear al padrón electoral juvenil, pero también dejará al descubierto si los nuevos liderazgos, en los que caerá la toma de decisiones, efectivamente representan el tan anhelado cambio para México y los resultados que se quieren.
Nos leemos la próxima semana.