Por Adolfo Nuñez J.
El ex mandatario de Guatemala y militar retirado Enrique Monteverde (Julio Diaz) es llevado a juicio bajo el delito de genocidio. Durante su gobierno, el pueblo maya Ixil fue exterminado en su totalidad, esto con la excusa del ejército de contener a un grupo guerrillero que buscaba la insurrección.
Mientras espera que su juicio sea declarado nulo, Monteverde vive en una mansión junto a su esposa Carmen (Margarita Kenéfic), su hija Natalia (Sabrina de la Hoz), su nieta Sara (Ayla-Elea Hurtado), así como con la jefa de servicio doméstico Valeriana (María Telón).
Pronto se les une Alma (María Mercedes Coroy), una joven que es contratada para el trabajo de limpieza de la enorme casa. Esta misteriosa y espectral figura comenzará a causar confusión y estragos en la psique de los habitantes del lugar, sobre todo en la de Monteverde, quien cada vez se encuentra más y más torturado por los crímenes que cometió en el pasado.
Esta es la premisa de La Llorona (2020), la tercera película del realizador guatemalteco Jayro Bustamante. Al igual que en Temblores (2019), su filme anterior, el director se enfoca, a manera de denuncia, en las clases dominantes y la represión de aquel país. Aquí lo novedoso es la adición de un elemento sobrenatural, que en este caso es la leyenda de la mujer fantasma que le da título a la película.
El resultado es una original y muy inquietante película de horror social, un relato donde los horrores de la realidad trascienden a lo fantasmal y donde la retribución de sus víctimas viene desde la otra vida. Cada noche, Monteverde escucha a una mujer llorar, y durante el día es acosado por manifestantes ubicados afuera de su residencia que buscan que se haga justicia. Puede que sean personas reales, o tal vez sean las almas de aquellos que fueron desaparecidos por su gobierno. Puede, incluso, que se trate de simples alucinaciones por el encierro y la culpa.
Bustamante juega con dicha ambigüedad, entre lo irreal y lo palpable, y confecciona efectivas secuencias de tensión y suspenso sin perder de vista el sentido crítico de la historia. Así, La Llorona resulta ser una película sobre el pasado doloroso y sobre deudas que deben ser pagadas. Dentro de su interesante propuesta, también es un profundo relato sobre las injusticias cometidas en el país centroamericano, y que le da voz a aquellos que ya no pueden ser escuchados.