Posted in

‘The Suicide Squad’ de James Gunn: rompiendo el molde

Por Adolfo Nuñez J.

 

 

No es ninguna novedad señalar que, en el cine comercial contemporáneo, el subgénero más popular y rentable es el de superhéroes. Año tras año, se estrenan diversas producciones de grandes estudios, cuyo principal atractivo radica en el conjunto de personajes que forman parte de un universo fílmico enorme, el cual continúa creciendo con cada nueva película. 

Como un enorme rompecabezas que se va volviendo cada vez más y más extenso, estas mega producciones han logrado capturar el gusto de un público que de manera fiel asiste a todos los estrenos de cada nueva película que conforman tales universos cinematográficos. En la mayoría de los casos, estas películas cumplen con tener buenos valores de producción, además de ser productos ligeros, entretenidos y accesibles para gran parte de la audiencia. Con todo, gran parte de dichos proyectos carece de algún tipo de innovación u originalidad dentro del medio. 

Esto se debe, en gran medida, a la homogeneidad que buscan mantener las grandes productoras respecto a sus universos conjuntos, cuya fórmula narrativa y de tono suele ser la misma en prácticamente cada nuevo filme. Esto termina por suprimir cualquier tipo de visión o estilo particular que pudiera llegar a tener algún director que trabaje en este tipo de películas. 

Son contadas las películas de este subgénero que en años recientes han logrado romper ese molde. Cintas como Logan (2017) de James Mangold, o Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018) de Peter Ramsey, Robert Persichetti Jr. y Rodney Rothman, son ejemplos de producciones en donde sus realizadores consiguieron plasmar su sello característico, al mismo tiempo que incursionaron en el género con creatividad, frescura e ingenio. 

En menor medida, pero con una originalidad e imaginación igualmente notables, se puede sumar a estas películas el caso de The Suicide Squad (2021) la nueva película del director James Gunn, quien previamente ya había trabajado en la realización de películas de dicho género, siendo el caso de The Guardians of The Galaxy (2014) y su secuela, The Guardians of The Galaxy Vol. 2 (2017).

A diferencia de sus películas anteriores, en esta ocasión, Gunn apuesta por un tono menos familiar y mucho más irreverente, subversivo y violento. La cinta narra, con excesivo humor, la misión de un equipo (o escuadrón, haciendo alusión al título) dentro de un país ficticio sudamericano, con el objetivo de destruir un laboratorio donde se albergan experimentos que pueden poner en peligro al resto del mundo, pero más en concreto, a Estados Unidos. Dicha encomienda corre a cargo de una galería de personajes variopintos y detestables, que más que villanos, al final terminan siendo héroes defectuosos. 

El resultado es una desenfrenada, absurda y por momentos extraña variación del subgénero, que logra mezclar elementos del género bélico clásico, la acción de bajo presupuesto de los ochenta, y las cintas de horror y monstruos serie B. Fiel a la premisa que plantea su título, la película no tiene reparo en mantener una continuidad previa o futura respecto a su historia, dando como resultado una genuina y poco convencional misión suicida, donde todos los personajes, cada uno igual de entrañable, corren un verdadero peligro de morir. 

A su vez, el filme guarda un interesante discurso respecto a la intervención de Estados Unidos en países de América Latina, cuyas acciones político-militares y su excesiva opresión se contraponen a las ideas previamente expuestas en otras películas del subgénero. 

Al final, The Suicide Squad, en el simple y llano ejercicio de entretener, es la prueba atípica de los alcances que todavía se pueden encontrar en este tipo de producciones, siempre y cuando exista una verdadera libertad en el proceso creativo, así como una auténtica personalidad en la visión de sus realizadores.