En medio de un mundo profundamente dividido, amenazado por violentas confrontaciones, por odios raciales, por ausencia de valores y espiritualidad, por miedo a salir sola a las calles, la paz merece una atención y reflexión a conciencia.
Recordemos que la paz no se da, se construye. La paz local-individual es una obligación primaria para todos (desgraciadamente aún no lo vemos así) puesto que de no generarse a nivel concreto afecta la paz universal. Si alguien no cuenta con una sensación de paz consigo mismo será incapaz de fomentarla en su entorno y, muy por el contrario, despertará inquietud y zozobra en quienes le rodean de manera inmediata.
Justo se acerca el marco perfecto para hablar de este tema en el seno de los distintos hogares de nuestros amables lectores y propagarlo entre nuestros conocidos a manera de charla sobremesa, así incluso propiciamos que el celular no absorba nuestra atención y oportunidad de convivencia.
Pensemos: hay 3 pequeñas comunidades en donde debemos asegurarnos que existe y se practique la paz. ¿Recuerdas cuáles fueron tus modelos y enseñanzas para vivir en paz? La primera fue tu familia, sin embargo hay personas que nunca aprendieron a vivir en una familia, lo cual es indiscutible y prioritario.
Los padres tenemos un papel protagonista en el eterno propósito de obtener la paz, pues enseñamos a tolerar, a compartir, acompañar, expresar afectos y perdonar, son valores a la alza en la familia, sin ellos es difícil resolver nuestros propios conflictos cuanto más los conflictos a una mayor escala. ¿Cuál es nuestro aliado? El amor y el orden.
El segundo lugar es la escuela, es el lugar donde, desde niños, aprendemos a comportarnos como seres sociales aunque a veces la escuela se equivoca al solo favorecer la enseñanza de información, olvidándose de priorizar experiencias sostenidas de serenidad y calma, pues en distintas ocasiones se enseña a criticar las diferencias en vez de celebrarlas, olvidan generar amistad y lealtad mutua, lo importante no es saber por saber, sino saber para servir, saber para estar con los otros en paz.
En la escuela debemos lograr con urgencia que los derechos de cada uno sean respetados por todos y reforzar la comprensión de que nosotros somos una sola familia humana.
Y en tercer lugar se precisa la ciudad, siendo el lugar de vida donde se experimenta y se vive la cultura más alta de violencia y los contrastes más polares de riqueza y pobreza que no son edificados hacia la paz.
Aunque ninguno de sus hijos se esté postulando para delincuente, es una realidad creciente que la violencia poco a poco entra en los hogares. Por ejemplo, 2 de cada 10 jovencitas en nuestro país son golpeadas por sus novios y lo que es peor, la mayoría de ellas cree que esto es normal ¡Y en sus casas pocas veces se dan cuenta sus papás!
Hagamos y propiciemos que en esta Nochebuena cada uno de los miembros de nuestras familias y amistades dejen saber qué les inquieta de la ausencia de paz, cómo puede cada uno ponerle límites a la violencia y de qué manera podemos favorecer un ambiente de paz que no sea sólo la época de la Navidad la que nos inspire a cultivarla.
Aquí te doy algunos tips concretos para promover ambientes de paz desde nuestros hogares:
- Aprender a controlar la ira, principal enemigo de la paz
- Exigirse enfrentar los problemas hacia las soluciones
- Buscar “héroes” que inspiren su vida, figuras vicarias
- Respetar la individualidad del otro
- Ser generosos y salir del “yo”
- Evitar difundir odios innecesarios en redes sociales
- Sentido de servicio, buscar el bien de los demás
- Mantener una disciplina, llevar un orden