por: ENRIQUE RODRÍGUEZ MARTÍNEZ
La gran felicidad del presidente Andrés Manuel López Obrador mostrada en la mañanera del lunes 7 de junio en la que se ufanó para irritar a sus opositores es directamente proporcional a la certeza que da el Instituto Nacional Electoral (INE) a nuestra democracia.
Las expresiones presidenciales vuelven a las etiquetas del insulto dirigido a quienes, por las vías que permite la legalidad, le han expresado que piensan distinto y visualizan un proyecto de país ajeno al populismo asistencialista revestido de autoritarismo.
Curarse en salud de las semanas previas sobre anticipar un supuesto fraude, orquestado desde las oficinas de Lorenzo Córdova para afectar a Morena y sus aliados, sólo exhibió una vez más la incongruencia de quienes en la victoria dejan de lado la importancia de uno de los árbitros electorales más reconocidos del mundo.
Para beneplácito del Estado mexicano, el INE desterró desde hace muchos años la posibilidad de un fraude electoral, aún así se planea su desnaturalización como órgano autónomo.
Si el presidente está contento, que sea sin soslayar que se debe a una autoridad objetiva y experimentada que organiza elecciones, cuenta los votos y entrega resultados confiables a través de los ciudadanos.
Ese INE, que en 2018 computó los votos del triunfo para que AMLO llegara a la presidencia, es el bastión de una democracia que empodera a los electores para decidir qué legisladores y gobernantes llevarán el timón de nuestra federación.
¿Cuáles son los mensajes que se expresaron en las urnas?
Diversos, pero no provocarán grandes cambios respecto al contexto que hemos vivido en los últimos 3 años.
La madre de todas las elecciones fue la de diputados federales y en ella Morena se sostiene como primera fuerza política; perdió curules pero conservará mayoría simple con sus aliados incondicionales.
Los resultados obligarán a negociar para reformar la Constitución en la futura integración que llegará a San Lázaro. Sin embargo, es inminente que el poder que le resta a legislatura saliente será aprovechado al máximo en las próximas semanas para convocar a un periodo extraordinario en el que se impulsarán todas las iniciativas y reformas que AMLO disponga a través de su partido, antes de verse en la necesidad de una eventual negociación.
Considero que con los datos preliminares alimentados en el PREP, con el 96% de las actas computadas y salvo honrosos casos aislados, el desempeño de los candidatos del PAN, PRI Y PRD no fue bueno.
En conjunto su alianza tripartita apenas logró el 25.7% de la votación, décimas porcentuales abajo de la alianza de Morena, PT y Partido Verde que alcanzaría una porcentaje mayor al 26% de la votación nacional para renovar la Cámara Baja.
Morena ganó 64 de los 300 distritos electorales, concentró el 13.5% de la votación y sumó más de 6 millones de votos.
El PAN triunfó en 34 distritos electorales, sumó 3.7 millones de votos para obtener el 7.98% de los sufragios.
Para las gubernaturas su hegemonía se reduce a Querétaro donde mostró su mejor desempeño con Mauricio Kuri, que adquiere relevancia para el futuro.
La tercera fuerza en cuanto a votos es Movimiento Ciudadano, con un porcentaje de votación del 6.98 que representa 3.2 millones de sufragios y se erige con la gubernatura de Nuevo León, el corazón industrial del país.
El PRI subsiste con un 5.65% que significó 2.6 millones de votos, ganó 11 de 300 distritos electorales, sólo gracias a lo que queda de su estructura en algunas regiones aisladas del país.
La oposición atomizada es prácticamente inexistente, pero en alianza empareja números con la que conformaron Morena, PT y Partido Verde.
En política conservar es bueno, por eso mantener mayoría simple en San Lázaro es un resultado que satisface a López Obrador, con 11 de 15 gubernaturas ganadas para Morena, además de sostener Campeche con final de fotografía y una posible derrota para otra pésima candidata como Layda Sansores.
Queda claro que el PAN llevaría mano para promover un perfil que pudiera ser respaldado en alianza por PRI y PRD rumbo a la elección presidencial de 2024, de lo contrario no tendrán opciones de triunfo en lo individual.
Ese es un mensaje evidente para el análisis de los números en este proceso, en el que se registró una participación del 52% de los 94 millones de electores.
La Ciudad de México es un trago amargo para el partido en el poder, de ahí que la bofetada en la capital trate de ser justificada como un descalabro en el que se responsabiliza ridículamente a los medios de comunicación por una supuesta guerra sucia, según la apreciación de un Presidente que no sabe reconocer derrotas y mucho menos ser autocrítico.
En la Ciudad de México el mapa se dividió en dos territorios: el oriente que conserva alcaldías para Morena; Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Milpa Alta, Tláhuac, Venustiano Carranza y, por margen cerrado, Xochimilco. El mensaje electoral de los capitalinos muestra su malestar y voto de castigo en las alcaldías como Cuauhtémoc, en donde fue derrotada Dolores Padierna por amplio margen, mismo escenario adverso para el partido político de Claudia Sheinbaum en Álvaro Obregón, Coyoacán, Cuajimalpa, Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Magdalena Contreras, Tlalpan y Benito Juárez que se sostiene como un enclave panista.
Más de la mitad de las demarcaciones capitalinas, dijeron “no” a Morena y respaldaron a PAN, PRD y PRI para dar un golpe histórico que por supuesto dolió.
La polarización y el clima de confrontación no le dio al presidente de la república nuevos simpatizantes en casi 3 años de ejercicio en el poder.
El uso de toda la fuerza del Estado para respaldar su narrativa hacia el periodismo crítico y los ciudadanos que piensan distinto, ha tenido consecuencias para que su partido no crezca en votación, sino al revés.
El mayor desencanto social hacia AMLO fue expresado en la capital, sede de los poderes federales y la ciudad que gobernó para crecer políticamente y enfilarse a la presidencia.
Las lecturas que se den a los resultados, me parece que tienen 4 denominadores comunes:
1. La soberbia de la fuerza políticamente hegemónica será su perdición en los próximos años.
No reconocer derrotas agudiza su bien ganada imagen autoritaria y menosprecia la legítima voluntad mayoritaria en el corazón de la República.
2. Por el contrario, la capacidad de acuerdo y objetivos comunes que muestren los partidos que se aliaron contra Morena para construir una propuesta que cohesione a los mexicanos es el único camino viable para evitar su extinción.
Esa fórmula conocida de anteponer los intereses generales sobre los particulares siempre suena bien en el discurso, pero ¿tendrán humildad, generosidad e inteligencia para entender el reciente mandato en las urnas?
3. Esta vez el llamado laboratorio electoral no fue el Estado de México, sino la ciudad capital.
4. Tenemos una democracia y ciudadanos que, a pesar de los partidos, creen en ella.
EDICTOS
Viene la hora de los tribunales para analizar y resolver las impugnaciones sobre algunas votaciones que fueron empañadas por múltiples irregularidades antes y durante la jornada electoral más grande de nuestra historia. Llega la hora de los litigantes, que presentarán miles de casos ante los magistrados especializados para defender resultados que irremediablemente se judicializarán.
Otra vez se acerca la hora de los jueces que tienen que imponerse a presiones políticas para defender su objetividad. Marcaje personal a José Luis Vargas, Presidente de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que se ha distinguido por no fallarle al Presidente cuando le han requerido.
Y vienen también los cambios en el gabinete, se agudizan las especulaciones sobre los ajustes.
Obediencia ciega es el requisito esencial para los aspirantes a escalar posiciones en el grupo élite de un mandatario que prefiere lealtad ideológica sobre capacidad, experiencia y conocimiento.