Nuestro hermoso México, además de ser un policromático mosaico de ideas, costumbres y tradiciones, tiene como peculiaridad el que en cada una de sus regiones, unas más, otras menos, sus autoridades (que no todas son corruptas), y la ciudadanía (que no toda es apática e irresponsable), promueven acciones en beneficio de la comunidad y de la propia vida de sus habitantes.
Cada entidad federativa tendrá sus propias iniciativas dignas de aplauso (para eso son libres y soberanas). Comentaré sólo una de gran impacto tanto en el presente, pero particularmente en el futuro de la población. Seguramente en algunos Estados, aunque no me consta (con excepción de la Ciudad de Tijuana, B.C.), estará sucediendo lo que acontece en el Estado de Querétaro.
Además de promover con éxito la inversión privada nacional y extranjera, que ha propiciado un crecimiento superior a la media del país, entre otras muchas acciones, aprobó un proyecto de ley para no utilizar bolsas de plástico en los establecimientos comerciales, empezando por su capital, acción que ya se generalizó en sus diez y ocho municipios.
Qué incómodo resulta para el comprador consuetudinario cargar ahora con sus propias bolsas, pero la incomodidad será pasajera a medida que nos acostumbremos a ello. ¿Y a qué se debe esto? No siendo un experto en el tema, mis fuentes de información son las públicas: diarios, televisión, radio, redes sociales, que aseguran que el plástico de estas bolsas tarda decenas de años en degradarse, con lo que se contaminan los terrenos donde se desechan, así como los arroyos, ríos, mares y mantos freáticos (el agua, que es nuestra vida).
Por ello aplaudo estas iniciativas, que no por ser consideradas baladíes por algunos (de todo hay en la viña del Señor), son de gran impacto benéfico para nuestra colonia, barrio, pueblo, ciudad, Estado, país y para nuestro planeta. Breves acciones. Grandes resultados esperados. Gobiernos que gobiernan sin realizar “encuestas” públicas. Todos los Estados de la República deberían emprender acciones similares y sus habitantes deberían sentir la responsabilidad y actuar en consecuencia. ¿Quién será el que le ponga el cascabel al gato?