CON TODO DESPRECIO

Por Patricio Torres Paredes

 

Fue escalofriante la “normalidad” con la que los transeúntes de la Plaza Bicentenario se tomaron el borlote que hicieron a destiempo, cuando ya estaba ahogado el niño, policías de distintos cuerpos y socorristas y paramédicos después de que sicarios de alguno de los varios carteles que operan en Zacatecas acribillaron a balazos para asesinar a un hombre y a una mujer, minutos antes del mediodía.

No hubo ataques de histeria, ni gente corriendo para huir a las balas y a la muerte. El pum pum de las pistolas se escuchó como algo muy propio de la cotidianeidad. 

¿Cuántos muertos? -preguntó el vendedor de frituras.

Dos nada más, creo -respondió el de las frutas.

Y ambos siguieron en lo suyo. El ciego pidiendo limosna, el boleador de zapatos haciendo chillar al trapo y la vendedora de ropa contoneándose al ritmo de Amor Tóxico que Christian Nodal cantaba a todo gañote en un modular, al fondo de la tienda.

Las autoridades del mes para la construcción de paz hicieron saber, poco después de los asesinatos, que condenaban con toda energía y sin ninguna consideración, el artero y cobarde doble crimen. Y que no descansaría hasta dar con los homicidas para que su inhumano e imperdonable delito no quede impune.

Faltaba más. Que quede claro que los gobernantes no se andan pior las ramas. Ni perdón ni olvido. Bueno, no tanto. Porque el olvido llega aunque no quieran. El tiempo sí que es intransigente.

Datos curiosos de estos sucesos de inicio de semana, que las autoridades olvidaron revelar quizá por la rabia de su impotencia, fueron que las víctimas eran pareja. Ricardo Lamas Campos, coordinador de operaciones de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Calero, era el objetivo del atentado, pero los pistoleros también acribillaron a su novia.

Ricardo ya antes había sufrido un ataque del que resultó ileso, pero no su anterior esposa. Es decir, su primera pareja también fue asesinada.

El doble homicidio de la Plaza Bicentenario, el cuádruple ajusticiamiento del Multiforo, la masacre de los 10 víctimas del panteón clandestino de Machines, la matanza de Santa María de Lourdes en Fresnillo, entre otros muchos crímenes ocurridos ya son asunto de la cotidianeidad en Zacatecas.

Pero que los criminales lo tengan claro. Y no los deje dormir. Ni vivir tranquilos. Cada vez que asesinen a una persona, sean cuales sean las circunstancias, la mesa de construcción de la paz y en especial el secretario Arturo López Bazán, serán repudiados con todo el desprecio de que sean capaces las autoridades. Y que lleven eternamente el remordimiento en su corazón de que cada vez que maten a un semejante, matarán el cariño de su madre.

 

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